Cerco a la democracia
La regeneración del sistema pasa por superar la partitocracia, un modelo que amenaza seriamente la división de poderes y ha permitido a los partidos colonizar el Estado
Entre las muchas vertientes de la controvertida noción de democracia,
escojamos una de ellas, tan discutible como las demás: “La democracia
es el mejor medio para conseguir la libertad”. Para comprender esta
afirmación, necesariamente debemos adentrarnos en otro concepto, tanto o
más polémico: el de libertad. ¿Qué significa el término libertad en su
sentido político? “Libertad es el derecho a no someter nuestra voluntad a
la de ninguna otra persona o poder público,
a excepción que lo prescriban leyes iguales para todos, en cuya
elaboración y aprobación hayamos participado”. Por tanto, la libertad es
la capacidad de actuar en una esfera en la que no estamos sometidos a
nadie, salvo a la ley, que es igual para todos y ha sido aprobada con
nuestra participación. En definitiva, la democracia es una técnica para
vivir en libertad.
Hoy en día la democracia es, preferentemente, representativa: los ciudadanos escogen a una minoría para que les represente y actúe en defensa de su libertad dado que, según el clásico Benjamín Constant, “[estos ciudadanos] no quieren ni pueden hacerlo por ellos mismos (…) ya que no siempre tienen tiempo ni posibilidades”. Estas palabras indican que la tarea de dirigir un Estado moderno es difícil e ingrata: los ciudadanos prefieren dedicarse a su trabajo, a su familia y amigos, a sus ratos de ocio, y encargar la tarea de gobernar a otros, a especialistas en la materia, que serán más competentes y les dejarán dedicarse a sus ocupaciones preferidas.
Además de representativa, la actual democracia tiene otra característica: es pluralista. Ello significa que no se trata ya de que en la sociedad coexistan diversos intereses, ideas, clases, niveles culturales... lo cual es obvio, sino que el pluralismo es un valor en sí mismo y como tal debe protegerse. Es decir, que para la sociedad son convenientes la diversidad de puntos de vista y las discrepancias, criterios distintos y posiciones contrapuestas. El debate es un bien en sí mismo siempre que exista un acuerdo básico sobre la protección de ciertos valores —por ejemplo, el respeto a la ley y a los derechos fundamentales— y se decida resolver los conflictos sociales a través de determinados procedimientos. Este acuerdo básico es el que recogen las constituciones.
Fomentar este pluralismo, además, exige reconocer y garantizar
ciertos derechos, sobre todo la libertad de pensamiento y de expresión,
así como los de reunión y de asociación. De este último derivan los
partidos políticos, un tipo de asociaciones peculiares de especial
relieve para la vida democrática. En efecto, hoy en día las democracias
europeas son democracias de partidos dado que son éstos los auténticos
sujetos de la vida política: los sistemas electorales, en especial los
de tipo proporcional, inducen a escoger partidos en lugar de escoger
personas. Ello plantea dos tipos de problemas.
En primer lugar, la democracia en los partidos. Es difícil argumentar que una democracia política funciona bien si es inexistente en el interior de los partidos. Nuestro país no es el único ni mucho menos en el que esta democracia interna es muy insuficiente y en el que los partidos, para ser democráticos, deberían abrirse a la sociedad. Para ello hay varios mecanismos en el momento electoral (listas desbloqueadas y abiertas, fórmulas mayoritarias, elecciones primarias para elegir candidatos, entre otros) y en el régimen jurídico regular de los partidos (elecciones de los cargos internos, transparencia financiera, protección judicial de derechos de los afiliados, participación de los simpatizantes, entre otros). En este terreno hay mucho por hacer.
En segundo lugar, si los partidos desvirtúan la división de poderes ya no estamos en una democracia de partidos sino en una partitocracia, algo bien distinto, en la cual los partidos no se limitan a ocupar la posición que les corresponde constitucionalmente sino que tienden a ocupar y repartirse toda la organización estatal e, incluso, en buena parte se entrometen en la sociedad misma.
En un sistema de división de poderes los órganos constitucionales no sólo están separados sino que se eligen y controlan mutuamente mediante un sistema de pesos y contrapesos para que ninguno invada la esfera del otro y cada uno sea responsable de los actos en que es competente. La división de poderes es garantía de la libertad. Pues bien, en una partitocracia sucede lo contrario: el poder transversal de los partidos anula esta división de poderes e instaura un sistema sin controles que monopoliza todo el poder creando así el caldo de cultivo para todo tipo de desafueros y corrupciones.
Esta es la situación española: los partidos han colonizado el Estado, se han repartido el botín que allí han encontrado y consideran a lo público patrimonio propio. El profesor Alejandro Nieto lo resume así: “En definitiva, la colonización se hace efectiva mediante la ocupación [por parte de los partidos] de los instrumentos más operativos de acción social: la Administración Pública en primer término y luego los medios de comunicación social, la educación y la cultura, el sector público económico y, por descontado, sus organismos de control”.
En una partitocracia, los partidos se aseguran, primero, el control
de la Administración Pública mediante cargos de confianza que libremente
ellos designan en detrimento de los funcionarios de carrera que han
accedido a la misma por su mérito y capacidad, verificadas en pruebas
públicas. A continuación, resulta fácil adueñarse del resto de las ramas
de la Administración por la relación de jerarquía en la misma, y
domesticar a la sociedad mediante ayudas, subvenciones, licencias y
permisos en el ámbito de la empresa, las asociaciones, la cultura y los
medios de comunicación.
Al final, como blindaje definitivo, hay que domesticar a los órganos constitucionalmente independientes que ejercen funciones de control y consulta: Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, defensores del pueblo, tribunales de cuentas, secretarios e interventores de ayuntamientos y diputaciones, consejos consultivos, económicos y sociales. También, a las administraciones independientes (Agencia Tributaria, Banco de España, Agencia de Protección de Datos) y organismos reguladores (Comisión del Mercado de Valores, consejos de radio y televisión, tribunales de la competencia...) y hasta hace poco las cajas de ahorros públicas. Todos ellos tanto en la Administración central como en las comunidades autónomas y los entes locales. “Que un poder frene a otro poder”, dijo Montesquieu. Pero este principio ha cambiado: la partitocracia quiere un poder sin frenos y el pacto tácito, por intereses mutuos, de los partidos mayoritarios, hace que nunca se proceda a la reforma.
Así pues, tenemos una democracia que protege nuestra libertad. Pero es una democracia imperfecta, cercada por serias amenazas que la desprestigian día a día. Hay que tomar conciencia de que, al ser la democracia un medio, también empieza a estar cercada nuestra libertad.
Hoy en día la democracia es, preferentemente, representativa: los ciudadanos escogen a una minoría para que les represente y actúe en defensa de su libertad dado que, según el clásico Benjamín Constant, “[estos ciudadanos] no quieren ni pueden hacerlo por ellos mismos (…) ya que no siempre tienen tiempo ni posibilidades”. Estas palabras indican que la tarea de dirigir un Estado moderno es difícil e ingrata: los ciudadanos prefieren dedicarse a su trabajo, a su familia y amigos, a sus ratos de ocio, y encargar la tarea de gobernar a otros, a especialistas en la materia, que serán más competentes y les dejarán dedicarse a sus ocupaciones preferidas.
Además de representativa, la actual democracia tiene otra característica: es pluralista. Ello significa que no se trata ya de que en la sociedad coexistan diversos intereses, ideas, clases, niveles culturales... lo cual es obvio, sino que el pluralismo es un valor en sí mismo y como tal debe protegerse. Es decir, que para la sociedad son convenientes la diversidad de puntos de vista y las discrepancias, criterios distintos y posiciones contrapuestas. El debate es un bien en sí mismo siempre que exista un acuerdo básico sobre la protección de ciertos valores —por ejemplo, el respeto a la ley y a los derechos fundamentales— y se decida resolver los conflictos sociales a través de determinados procedimientos. Este acuerdo básico es el que recogen las constituciones.
Los partidos han ‘colonizado’ el Estado, se han repartido el botín, consideran lo público como patrimonio propio
En primer lugar, la democracia en los partidos. Es difícil argumentar que una democracia política funciona bien si es inexistente en el interior de los partidos. Nuestro país no es el único ni mucho menos en el que esta democracia interna es muy insuficiente y en el que los partidos, para ser democráticos, deberían abrirse a la sociedad. Para ello hay varios mecanismos en el momento electoral (listas desbloqueadas y abiertas, fórmulas mayoritarias, elecciones primarias para elegir candidatos, entre otros) y en el régimen jurídico regular de los partidos (elecciones de los cargos internos, transparencia financiera, protección judicial de derechos de los afiliados, participación de los simpatizantes, entre otros). En este terreno hay mucho por hacer.
En segundo lugar, si los partidos desvirtúan la división de poderes ya no estamos en una democracia de partidos sino en una partitocracia, algo bien distinto, en la cual los partidos no se limitan a ocupar la posición que les corresponde constitucionalmente sino que tienden a ocupar y repartirse toda la organización estatal e, incluso, en buena parte se entrometen en la sociedad misma.
En un sistema de división de poderes los órganos constitucionales no sólo están separados sino que se eligen y controlan mutuamente mediante un sistema de pesos y contrapesos para que ninguno invada la esfera del otro y cada uno sea responsable de los actos en que es competente. La división de poderes es garantía de la libertad. Pues bien, en una partitocracia sucede lo contrario: el poder transversal de los partidos anula esta división de poderes e instaura un sistema sin controles que monopoliza todo el poder creando así el caldo de cultivo para todo tipo de desafueros y corrupciones.
Esta es la situación española: los partidos han colonizado el Estado, se han repartido el botín que allí han encontrado y consideran a lo público patrimonio propio. El profesor Alejandro Nieto lo resume así: “En definitiva, la colonización se hace efectiva mediante la ocupación [por parte de los partidos] de los instrumentos más operativos de acción social: la Administración Pública en primer término y luego los medios de comunicación social, la educación y la cultura, el sector público económico y, por descontado, sus organismos de control”.
Es difícil argumentar que una democracia política funciona bien si es inexistente en el interior de los partidos
Al final, como blindaje definitivo, hay que domesticar a los órganos constitucionalmente independientes que ejercen funciones de control y consulta: Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, defensores del pueblo, tribunales de cuentas, secretarios e interventores de ayuntamientos y diputaciones, consejos consultivos, económicos y sociales. También, a las administraciones independientes (Agencia Tributaria, Banco de España, Agencia de Protección de Datos) y organismos reguladores (Comisión del Mercado de Valores, consejos de radio y televisión, tribunales de la competencia...) y hasta hace poco las cajas de ahorros públicas. Todos ellos tanto en la Administración central como en las comunidades autónomas y los entes locales. “Que un poder frene a otro poder”, dijo Montesquieu. Pero este principio ha cambiado: la partitocracia quiere un poder sin frenos y el pacto tácito, por intereses mutuos, de los partidos mayoritarios, hace que nunca se proceda a la reforma.
Así pues, tenemos una democracia que protege nuestra libertad. Pero es una democracia imperfecta, cercada por serias amenazas que la desprestigian día a día. Hay que tomar conciencia de que, al ser la democracia un medio, también empieza a estar cercada nuestra libertad.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.
FUENTE;http://politica.elpais.com/politica/2015/05/08/actualidad/1431115605_935422.html
FUENTE:http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/08/actualidad/1431088348_052682.html
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE 'EL PAIS '
ANTONIO NEGRI | Filósofo
“Europa actúa de forma estúpida”
El filosofo italiano subraya la necesidad de la UE de reformar el sistema, en un mundo protagonizado por EE UU, China y Rusia
Antonio Negri, catedrático de Teoría del Estado en la Universidad de
Padua, ha estado involucrado en la lucha revolucionaria desde los años
sesenta del siglo pasado, como pensador y como activista. Participó en
distintas iniciativas, como Poder Obrero o Autonomía Obrera,
que cuestionaban el papel de los trabajadores en la gran fábrica
mecanizada. En 1979 fue detenido y, aunque los distintos cargos de
asesinato de los que le acusaban fueron descartados por falta de
pruebas, se le condenó a 30 años de prisión al considerarlo “moralmente
responsable” de los actos subversivos contra el Estado de aquellos años.
En 1983 fue elegido diputado por el Partido Radical de Marco Pannella, y
pudo abandonar la prisión. Huyó entonces a Francia, donde estuvo
exiliado hasta 1997, trabajando en la Universidad de Vincennes y el Colegio Internacional de Filosofía, junto a Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jacques Derrida o Felix Guattari, con el que escribió Las verdades nómadas. Volvió a Italia, donde terminó su condena en 2003 (tras una reducción a 13 años). Negri (Padua, 1933) es autor de numerosos libros —algunos dedicados a Hegel, Spinoza o Marx— y Traficantes de Sueños acaba de recuperar El poder constituyente,
escrito en los ochenta y publicado por primera vez en 1992. Estuvo en
España recientemente, donde participó en diferentes actos con Podemos y
en un debate con el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera.
Pregunta. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el Estado de bienestar, la gran conquista de la Europa de posguerra?
Respuesta. La reciente crisis económica ha tenido un papel importante para desvelar que la socialdemocracia llevaba mucho tiempo fuera de juego. Pero la debacle de la socialdemocracia es anterior: la crisis no la produce, simplemente la saca a la luz. Estaba tan perdida que no tuvo más remedio que unirse a la derecha. Hay que fijarse en el entorno productivo. Es ahí donde el Estado de bienestar abdica de sus funciones, facilitando la extracción de plusvalías. Desde hace mucho se ha dejado atrás el fordismo [sistema de producción en serie] y ahora el trabajador ha quedado excluido de los procesos de producción y reproducción.
P. Si el viejo modelo ya no sirve, y la vieja clase trabajadora ha perdido el peso que alguna vez tuvo, ¿cuál sería entonces el sujeto político que podría forzar algún tipo de cambio?
R. Hay mucha gente que está pasando por situaciones muy dolorosas. No solo en términos temporales, y me refiero a los que tienen trabajos precarios y no saben qué futuro les espera, o a los que ni siquiera están seguros de contar con una pensión. Es que también ha cambiado la dimensión espacial del trabajo: para salir adelante cada vez es más necesario cambiar de sitio, desplazarse, convertirse en nómadas. Ha cambiado la relación con el tiempo de la vida, con el ocio. La incertidumbre es ya permanente. ¿Hay algo positivo en todo esto? Quizá un cierto grado mayor de libertad. Ahora bien, toda esta gente que vive en esas condiciones de precariedad y nomadismo, ¿pueden convertirse en un sujeto político? Todo depende de la capacidad que tengan estos nuevos trabajadores del conocimiento, que saben utilizar las nuevas tecnologías, para generar redes de solidaridad y comunicación que les permitan movilizarse.
P. ¿Cómo valora, en ese sentido, experiencias como las del 15-M?
R. Fue un estallido de espontaneidad, una protesta
popular multitudinaria. Y ha provocado, de manera implícita o explícita,
una radical crisis de lo político. La ruptura con la representatividad
es profundísima, y el bipartidismo, como fórmula de gobierno, ya no
sirve. Han salido a la luz enormes problemas de corrupción. Y esa
corrupción no tiene nada que ver con la moral, ni tampoco se trata de
una patología que pueda curarse. La corrupción es una parte estructural
del sistema. Y puede resultar explosiva.
P. ¿Cree que una fuerza como Podemos puede canalizar ese descontento?
R. Hay que considerar dos aspectos. Podemos es algo que se crea desde arriba, desde afuera, y es algo que al mismo tiempo surge del propio movimiento. También ocurre con Syriza, que es el resultado de la unión de diferentes iniciativas que puso en marcha la propia sociedad griega para combatir la crisis. El desafío al que se enfrentan estas organizaciones es su propia viabilidad. Nacieron de una estructura que no tenía nada de partidista y se ven obligadas a constituirse como un partido. El problema más grave con el que van a encontrarse es que son ajenos al sistema y por eso pueden ser fácilmente neutralizados, o aniquilados, por el propio sistema.
P. Syriza lleva ya un tiempo en el Gobierno y los datos económicos de Grecia son peores, ¿no es un aviso de que sus propuestas no funcionan?
R. Syriza ha pedido tiempo. La situación griega es desesperada, y no puede resolverse exclusivamente con el pago de la deuda. Porque es una deuda que se va multiplicando cada día más y más. Y es, además, una deuda de la que no son responsables las personas que más están sufriendo los recortes. La responsabilidad de su enorme magnitud recae exclusivamente en una élite financiera tardocapitalista. Lo que está intentando hacer el Gobierno de Syriza es trabajar con el presupuesto. Buscar la manera de ir ajustando las distintas partidas para encontrar alguna posibilidad de crecimiento. Y para eso tendrán que potenciar la nueva sociedad del conocimiento, vinculada a las nuevas generaciones, y devolverle a la gente la posibilidad de crear sus propias empresas frente a un poder financiero que todo lo devora y que de todo se aprovecha.
P. ¿Cuál es el lugar de Europa en la actual correlación de fuerzas en el mundo?
R. El mercado internacional es actualmente bipolar. De un lado está Estados Unidos, en profunda crisis, y de otro, China. Y, en fin, alrededor giran un montón de poderes emergentes, donde Rusia desempeña un papel importante, por su peso militar y la fuerza de sus nuevas oligarquías. En ese contexto, Europa se enfrenta con urgencia a la necesidad de reformar el sistema. Y, al no atreverse ni saber cómo hacerlo, actúa de forma estúpida. No hay que olvidar que la disgregación de Europa nos lleva al fascismo.
P. Es en ese marco donde usted propone una reforma constituyente…
R. No puedo hablar, como Proudhon o Saint-Simon,
desde el detalle de la articulación jurídica de una reforma de esas
características, sino que solo puedo referirme a los grandes principios.
Y esa reforma tiene que hacerse para recuperar el espacio de lo que yo
llamo “el común”. Si se fija, la Constitución de Italia reivindica en su
primer artículo el trabajo. Pero el trabajo hoy se ha convertido en
otra cosa, y ya no tiene nada que ver con lo que hace crecer al ser
humano. El desafío es enfrentarse a una mejor organización de “el común”
a partir de lo que está más cerca, el Ayuntamiento o la metrópoli.
Articular las respuestas en función de los problemas sociales y
reconocer la pluralidad de actores. Y para garantizar la libertad,
favorecer una dialéctica de contrapoder que garantice que las cosas
funcionan y evite los abusos.
P. ¿Qué lugar tendrían las viejas instituciones representativas en esa reforma?
R. La división de poderes es fundamental, pero siempre que esa división sea democrática y no el privilegio de unas clases determinadas. Si existiera esa división de verdad, el poder jurídico estaría hoy marcando las pautas con sus decisiones, y trabajando al margen de cualquier injerencia externa. En las sociedades de hoy, sin embargo, la división de poderes está estructuralmente corrompida. Es el cáncer de la democracia representativa.
P. ¿Qué tiene que suceder para que se produzcan estos cambios?
R. Mi posición es la del que observa lo que pasa, no la del que se decanta por una opción u otra. Es importante que el movimiento continúe, que se consolide, que cree sus propias instituciones. Yo no soy anarquista. Y sé que sin instituciones no hay poder. Por eso los movimientos sociales deben crear sus propias instituciones: de comunicación, de producción… Hay que cuidar “el común”, encontrar la manera de trabajar juntos, de convivir juntos.
Pregunta. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el Estado de bienestar, la gran conquista de la Europa de posguerra?
Respuesta. La reciente crisis económica ha tenido un papel importante para desvelar que la socialdemocracia llevaba mucho tiempo fuera de juego. Pero la debacle de la socialdemocracia es anterior: la crisis no la produce, simplemente la saca a la luz. Estaba tan perdida que no tuvo más remedio que unirse a la derecha. Hay que fijarse en el entorno productivo. Es ahí donde el Estado de bienestar abdica de sus funciones, facilitando la extracción de plusvalías. Desde hace mucho se ha dejado atrás el fordismo [sistema de producción en serie] y ahora el trabajador ha quedado excluido de los procesos de producción y reproducción.
P. Si el viejo modelo ya no sirve, y la vieja clase trabajadora ha perdido el peso que alguna vez tuvo, ¿cuál sería entonces el sujeto político que podría forzar algún tipo de cambio?
R. Hay mucha gente que está pasando por situaciones muy dolorosas. No solo en términos temporales, y me refiero a los que tienen trabajos precarios y no saben qué futuro les espera, o a los que ni siquiera están seguros de contar con una pensión. Es que también ha cambiado la dimensión espacial del trabajo: para salir adelante cada vez es más necesario cambiar de sitio, desplazarse, convertirse en nómadas. Ha cambiado la relación con el tiempo de la vida, con el ocio. La incertidumbre es ya permanente. ¿Hay algo positivo en todo esto? Quizá un cierto grado mayor de libertad. Ahora bien, toda esta gente que vive en esas condiciones de precariedad y nomadismo, ¿pueden convertirse en un sujeto político? Todo depende de la capacidad que tengan estos nuevos trabajadores del conocimiento, que saben utilizar las nuevas tecnologías, para generar redes de solidaridad y comunicación que les permitan movilizarse.
P. ¿Cómo valora, en ese sentido, experiencias como las del 15-M?
“Para salir adelante cada vez es más necesario cambiar de sitio, desplazarse, convertirse en nómadas”
P. ¿Cree que una fuerza como Podemos puede canalizar ese descontento?
R. Hay que considerar dos aspectos. Podemos es algo que se crea desde arriba, desde afuera, y es algo que al mismo tiempo surge del propio movimiento. También ocurre con Syriza, que es el resultado de la unión de diferentes iniciativas que puso en marcha la propia sociedad griega para combatir la crisis. El desafío al que se enfrentan estas organizaciones es su propia viabilidad. Nacieron de una estructura que no tenía nada de partidista y se ven obligadas a constituirse como un partido. El problema más grave con el que van a encontrarse es que son ajenos al sistema y por eso pueden ser fácilmente neutralizados, o aniquilados, por el propio sistema.
P. Syriza lleva ya un tiempo en el Gobierno y los datos económicos de Grecia son peores, ¿no es un aviso de que sus propuestas no funcionan?
R. Syriza ha pedido tiempo. La situación griega es desesperada, y no puede resolverse exclusivamente con el pago de la deuda. Porque es una deuda que se va multiplicando cada día más y más. Y es, además, una deuda de la que no son responsables las personas que más están sufriendo los recortes. La responsabilidad de su enorme magnitud recae exclusivamente en una élite financiera tardocapitalista. Lo que está intentando hacer el Gobierno de Syriza es trabajar con el presupuesto. Buscar la manera de ir ajustando las distintas partidas para encontrar alguna posibilidad de crecimiento. Y para eso tendrán que potenciar la nueva sociedad del conocimiento, vinculada a las nuevas generaciones, y devolverle a la gente la posibilidad de crear sus propias empresas frente a un poder financiero que todo lo devora y que de todo se aprovecha.
P. ¿Cuál es el lugar de Europa en la actual correlación de fuerzas en el mundo?
R. El mercado internacional es actualmente bipolar. De un lado está Estados Unidos, en profunda crisis, y de otro, China. Y, en fin, alrededor giran un montón de poderes emergentes, donde Rusia desempeña un papel importante, por su peso militar y la fuerza de sus nuevas oligarquías. En ese contexto, Europa se enfrenta con urgencia a la necesidad de reformar el sistema. Y, al no atreverse ni saber cómo hacerlo, actúa de forma estúpida. No hay que olvidar que la disgregación de Europa nos lleva al fascismo.
P. Es en ese marco donde usted propone una reforma constituyente…
“El trabajo hoy ya no tiene nada que ver con lo que hace
crecer al ser humano. Se ha convertido en otra cosa”
crecer al ser humano. Se ha convertido en otra cosa”
P. ¿Qué lugar tendrían las viejas instituciones representativas en esa reforma?
R. La división de poderes es fundamental, pero siempre que esa división sea democrática y no el privilegio de unas clases determinadas. Si existiera esa división de verdad, el poder jurídico estaría hoy marcando las pautas con sus decisiones, y trabajando al margen de cualquier injerencia externa. En las sociedades de hoy, sin embargo, la división de poderes está estructuralmente corrompida. Es el cáncer de la democracia representativa.
P. ¿Qué tiene que suceder para que se produzcan estos cambios?
R. Mi posición es la del que observa lo que pasa, no la del que se decanta por una opción u otra. Es importante que el movimiento continúe, que se consolide, que cree sus propias instituciones. Yo no soy anarquista. Y sé que sin instituciones no hay poder. Por eso los movimientos sociales deben crear sus propias instituciones: de comunicación, de producción… Hay que cuidar “el común”, encontrar la manera de trabajar juntos, de convivir juntos.
FUENTE:http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/08/actualidad/1431088348_052682.html
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE 'EL PAIS '
Supe de Antonio Negri a través de un profesor mío, amigo suyo. Negri
llevó la lucha por sus ideas a extremos que le llevaron a la cárcel,
nunca mató a nadie pero le acusaron de ser "autor intelectual"...qué
cosas...Le he seguido más bien poco pero su radicalismo se ha ido
domesticando con los años, quizás tantos años de cárcel le han pasado
factura. Pero me gustan sus reflexiones porque es un pensador político,
un filósofo de cuerpo entero. La Filosofía, el amor a la sabiduría, tan
ninguneada hoy. Y sin embargo, sin ese pensamiento y ese amor por el
saber, todo se hace oscuro, simple, prescindible y cortoplacista.
Ramón Dolido Dolido
Lo común, como dice, debe sustanciarse en la Educación y en esos
valores que dinamicen una nueva sociedad con instituciones provenientes
de esa filosofía. El caso de España es que se nos ha desmontado casi
todo... Sino no fuera por valores como la solidaridad familiar,
proveniente de la sociedad tradicional hasta finales de Franquismo, esto
estaría explotando por los cuatro costados...
Kabanchik Konyk
La universidad está llena de gente...muy...inteligente....uff me ha
costado decirlo. Venga Pablo Iglesias Turrión, si este hombre es
catedrático tu también lo conseguirás.
Mi nombre y apellido
Ya no hay nada que hacer. La utopía la han destrozado. ¿Quién se va a
fiar visto como tratan a los supuestos socios? ¿Siempre todo en
beneficio de los fuertes y perjuicio de los débiles? ¡Ese Europa tan
solidaria y con tantos "valores" ya no la quiere nadie!
George Orwell
Mi ilustre tocayo –Orwell- era anti-estalinista como es patente en el
Homenaje a Cataluña y sobre todo en La Granja de los Animales y 1984;
sin embargo, le recuerdo que luchó junto al POUM en la Guerra Civil
española: decir que Orwell era anticomunista me parece excesiva: Orwell
era virulentamente anti-totalitario lo que en su época se traducía
fundamentalmente por ser antifascista y anti-estalinista. En cuanto al
marxismo, pienso que se le entierra con mucha desenvoltura. A mi
parecer, está claro que las sociedades en las que se llevó a cabo el
“socialismo real” como en la URSS, nada tenían de paradísíaco. Sin
embargo, cabe señalar que muchos habitantes de estos países sienten
nostalgia de este periodo, sin querer forzosamente su regreso. En tanto
ideología política el marxismo no me parece tan superado como algunos
pretenden: es evidente que la clase obrera – de existir – es muy
diferente a la del XIX al menos en los países ricos. Sin embargo la
alienación del hombre por el capital sigue estando vigente y las
sociedades lejos de ser justas, libres e igualitarias.
Gumersindo Montes
"En las sociedades de hoy, sin embargo, la división de poderes está
estructuralmente corrompida. Es el cáncer de la democracia
representativa"... Mientras vacían de contenido la democracia nos
alertan de los peligros del populismo. http://cort.as/JkHL
George Orwell
Ruben De La Fuente
Los extremismos o al menos las teorías radicales, no tienen por qué
ser apestosas al tratarse de doctrinas o de hipótesis de trabajo. Al
fin y al cabo Marx era un señor que vivía humildemente y que elaboraba
teorías filosóficas y económicas, en el contexto histórico de la
primera mitad del XIX. El problema viene cuando estos principios
teóricos son adaptados por determinadas personas que creyéndose
investidas de un misión, como Pol Pot en Camboya, tratan de llevarlos a
cabo con fanatismo ciego contra todos y contra todo.
. .
Resumiendo "ta la cosa joia" "¿Y como lo solucionamos?" "Antes pensaba que a tiros. Ahora ni zorra"
Ramon Perez
George Orwell
George Orwell se volvió anticomunista, muchos intelectuales como él
creyeron como otros menos intelectuales que la salvación del pueblo era
eliminar la ideología capitalista de entonces. Pero ahora, ¿que sentido
tiene ser comunista cuando los chinos y los rusos, los cubanos han
dejado atrás esta ideologia?
Ramon Perez
Ruben De La Fuente
Rusia es un país asiático, territorialmente, la mayoría de su
superficie está en Asia, humanamente, a comienzos de siglo había tantos
asiáticos como rusos, posteriormente y como resultado de la división de
los Oblast muchos no rusos fueron adscrito como rusos. Culturalmente la
mayoría de los rusos siente afinidad por la cultura europea, pero
tambien como los norteamericanos creen ser un pueblo distinto, y
consideran que Europa nada mas que les ha traido problemas.
Ruben De La Fuente
Miguel Medina
Rusia es igual de Europeo que igual que todos los paises que hay en el
continente, no diga chorradas, es más, en Rusia no ha nacido ningún
movimiento político o cultural que haya influenciado en el resto del
continente, Renacimiento, Ilustración, Revolución Francesa, Revolución
Industrial... incluso el comunismo, nacido en manos de dos Alemanes,
Marx y Engels... asique eso de que Rusia es el país más Europeo yo no lo
comparto. Usuario destacado
Ruben De La Fuente
George Orwell
Los extremismos son iguales de apestosos, vengan de la derecha o de la izquierda. Usuario destacado
George Orwell
Rasi Nari
El anticomunismo primario le ciega. La estrategia de embestir, tal miura
a todo lo que de cerca o de lejos le parezca un trapo rojo, le ciega
haciéndole perder todo sentido de la mesura. ¿Qué tienen que ver
Ceaucescu y Enver Hoxha con Negri? Me permito recordarle que en los años
de plomo, también hubo una extrema derecha terrorista responsable del
atentado de la Estación de Bolonia en el que murieron ochenta y pico personas.
Lorenzo Martinez
Los que se pasan de listos proponen. Y como se soluciona la Globalización.
Juan Ortega
Rasi Nari
Yo estaba pensando en el trío Lombroso, Ferri y Garófalo. Da miedo
equivocarse juzgando a la gente por la apariencia, aunque la vida te
deje marcas y no las puedas dejar en un retrato.
Rasi Nari
Juan Ortega
Freud dijo que " la fisionomía es el destino". Y aunque no siempre se
cumple ese adagio (tengo que reconocerlo), la mayoría de las veces los
intolerantes pagan con la cara.
Juan Ortega
Rasi Nari
No soy tan radical en juzgar a la gente por la fisonomía, pero sí me
consta que el daño que ha hecho Ceaucescu a Rumanía va a durar unas
cuantas generaciones.
Juan Ortega
Nilo Cobos
No hay mayor ciego que el que no quiere ver. RestauranteS,
supermercadoS, playaS, hoteleS... lo puedes comprobar si te molestas un
poco. Somos menos los que estamos delante del ordenador en un domingo
como el que está haciendo hoy, manadita, en todo caso.
Rasi Nari
Juan Ortega
La cara es el espejo del alma. Siempre veo en estos grandes teóricos de
la izquierda la fisionomía de un Ceaucescu o un Hoxa fracasados.
Pablito el de Podemos no anda muy lejos de ellos.
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