EL SEXTO SENTIDO
36 años: lo que pudo ser y no ha sido
¿Qué
queda de aquellos cinco objetivos, que tanto ilusionaron en el 78, que
nos prestigiaron ante el mundo, que respondían al alma popular, a
nuestra necesidad de reincorporarnos entre las naciones con una
identidad digna e integradora?
Tiene
excepcionales méritos la Constitución de 1978. Por ejemplo. Fue fruto
unánime de la voluntad de la nación española de dejar atrás,
definitivamente, no sólo un régimen autoritario no democrático, el del
General Franco, sino también las convulsiones, discordias e
inestabilidad de nuestra historia constitucionalista, desde la Pepa de
1812 hasta la de la II Republica. El pueblo español no quería las dos
Españas, aquellas en las que cada una hiela el corazón de la otra. Y el
pueblo español quería que esta revolución se hiciera de modo pacífico,
empleando el Derecho y el consenso, en vez de la violencia y sus
paredones, las exclusiones, purgas y los exilios. En razón de esa vía
-el cambio en paz y consenso-, fuimos la sorpresa, la admiración y el
ejemplo del mundo. Se le llamó el Espíritu de la Transición. Gracias a
ello, la Constitución vigente abrió el período de convivencia
democrática y de crecimiento económico- social más dilatado del que
hemos disfrutado en nuestra historia.
Uno de sus méritos mayores –no el más conocido- fue ofrecer un proyecto moderno e ilusionante de Nación y de Sociedad a los españoles. Se llamó sociedad democrática avanzada en un Estado social de Derecho, inspirado en realizar los valores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo. No se trataba, por así decirlo, de recuperar Flandes o las Américas, ni de embarcarnos en ninguna Cruzada. Consistía en un programa de valores democráticos avanzados y de configurarnos como una sociedad que los vive de modo expreso y comprometido ante sí misma y ante el mundo. Nos lo creímos, necesitábamos creérnoslo. Por si tienen dudas, les recomiendo leer el Preámbulo. El proyecto que nos proponíamos ser en el 78 tenía los siguientes cinco pilares:
(1)“Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. (2)Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. (3)Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. (4)Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. (5)Establecer una sociedad democrática avanzada, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz colaboración entre todos los pueblos de la Tierra”.
Cuando se cumple el 36 aniversario, la sociedad española vive momentos muy graves de decepción, divorcio e indignación hacia sus dirigentes, no sólo la clase política, también contra la oligarquía económica. ¿Qué queda de aquellos cinco objetivos, que tanto ilusionaron en el 78, que nos prestigiaron ante el mundo, que respondían al alma popular, a nuestra necesidad de reincorporarnos entre las naciones con una identidad digna e integradora? ¿Quienes los han traicionado? ¿Quiénes son los responsables del enorme vacío de proyecto nacional que padece España, tan ostensible a la hora de explicar en Cataluña y el País Vasco -por ahora- quienes y qué somos juntos, como españoles, y por qué mejor unidos, entre nosotros y ante este mundo globalizado, que separados?
Repasen cada punto del proyecto del 78, y verán como acuden a su memoria los desgraciados hechos y actuaciones desleales, durante estos 36 años, con los que los dirigentes han ido corrompiendo y traicionando la voluntad popular y constitucional del 78. Los menores pero muy significativos como, por ejemplo, las vergüenzas y ataques a los signos nacionales, las despreciativas ausencias en las conmemoraciones, los eufemismos para evitar la mención de España… ¿Para que seguir? Y entre los mayores, la corrupción del Estado de Derecho y su separación de poderes, la colonización depredadora de las Instituciones sociales –desde los órganos de control y entidades financieras, hasta la Universidad y las empresas-, la corrupción y saqueo de las arcas públicas y privadas, la politización separatista de nuestras lenguas, la cultura del enriquecimiento a toda costa, entre otros, al precio del empobrecimiento de las gentes y del desempleo. ¿Para que seguir…?
Y ahora, estos dirigentes me cuentan que la nueva pócima milagrosa, la que en un plis plás nos curará de todos los males, que la misma casta nos ha infringido, es una nueva Constitución. Y, como me acuerdo de lo que han hecho con la del 78, me quedo más perplejo y tonto que Abundio. Para no ser mal interpretado, digo: no estoy en contra de la reforma de la actual, al contrario, creo que sería bueno. Pero ¿dónde está el consenso necesario para ello, si los políticos actuales no saben más que pelearse por cualquier minucia? Y, sobre todo; ¿cuál es el nuevo proyecto nacional? ¿Es que lo hay? ¿De verdad, son capaces de diseñar uno que valga la pena? No es que lo dude, es que no lo veo por ninguna parte. No es la letra de la ley –una nueva-, es el espíritu con que se la interpreta, respeta y cumple. Y ¿qué espíritu tiene esa casta que padecemos, incluida la pícara que pretende representar nuestra indignación? ¿Conoce mi lector algún político capaz de ser padre constituyente? ¿Padre de qué, en concreto y con valor, que no sea la palabrería que usan para sus trifulcas?
FUENTE:http://www.gaceta.es/pedro-juan-viladrich/36-anos-pudo-sido-06122014-1252
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE 'LA GACETA '
Uno de sus méritos mayores –no el más conocido- fue ofrecer un proyecto moderno e ilusionante de Nación y de Sociedad a los españoles. Se llamó sociedad democrática avanzada en un Estado social de Derecho, inspirado en realizar los valores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo. No se trataba, por así decirlo, de recuperar Flandes o las Américas, ni de embarcarnos en ninguna Cruzada. Consistía en un programa de valores democráticos avanzados y de configurarnos como una sociedad que los vive de modo expreso y comprometido ante sí misma y ante el mundo. Nos lo creímos, necesitábamos creérnoslo. Por si tienen dudas, les recomiendo leer el Preámbulo. El proyecto que nos proponíamos ser en el 78 tenía los siguientes cinco pilares:
(1)“Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. (2)Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. (3)Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. (4)Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. (5)Establecer una sociedad democrática avanzada, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz colaboración entre todos los pueblos de la Tierra”.
Cuando se cumple el 36 aniversario, la sociedad española vive momentos muy graves de decepción, divorcio e indignación hacia sus dirigentes, no sólo la clase política, también contra la oligarquía económica. ¿Qué queda de aquellos cinco objetivos, que tanto ilusionaron en el 78, que nos prestigiaron ante el mundo, que respondían al alma popular, a nuestra necesidad de reincorporarnos entre las naciones con una identidad digna e integradora? ¿Quienes los han traicionado? ¿Quiénes son los responsables del enorme vacío de proyecto nacional que padece España, tan ostensible a la hora de explicar en Cataluña y el País Vasco -por ahora- quienes y qué somos juntos, como españoles, y por qué mejor unidos, entre nosotros y ante este mundo globalizado, que separados?
Repasen cada punto del proyecto del 78, y verán como acuden a su memoria los desgraciados hechos y actuaciones desleales, durante estos 36 años, con los que los dirigentes han ido corrompiendo y traicionando la voluntad popular y constitucional del 78. Los menores pero muy significativos como, por ejemplo, las vergüenzas y ataques a los signos nacionales, las despreciativas ausencias en las conmemoraciones, los eufemismos para evitar la mención de España… ¿Para que seguir? Y entre los mayores, la corrupción del Estado de Derecho y su separación de poderes, la colonización depredadora de las Instituciones sociales –desde los órganos de control y entidades financieras, hasta la Universidad y las empresas-, la corrupción y saqueo de las arcas públicas y privadas, la politización separatista de nuestras lenguas, la cultura del enriquecimiento a toda costa, entre otros, al precio del empobrecimiento de las gentes y del desempleo. ¿Para que seguir…?
Y ahora, estos dirigentes me cuentan que la nueva pócima milagrosa, la que en un plis plás nos curará de todos los males, que la misma casta nos ha infringido, es una nueva Constitución. Y, como me acuerdo de lo que han hecho con la del 78, me quedo más perplejo y tonto que Abundio. Para no ser mal interpretado, digo: no estoy en contra de la reforma de la actual, al contrario, creo que sería bueno. Pero ¿dónde está el consenso necesario para ello, si los políticos actuales no saben más que pelearse por cualquier minucia? Y, sobre todo; ¿cuál es el nuevo proyecto nacional? ¿Es que lo hay? ¿De verdad, son capaces de diseñar uno que valga la pena? No es que lo dude, es que no lo veo por ninguna parte. No es la letra de la ley –una nueva-, es el espíritu con que se la interpreta, respeta y cumple. Y ¿qué espíritu tiene esa casta que padecemos, incluida la pícara que pretende representar nuestra indignación? ¿Conoce mi lector algún político capaz de ser padre constituyente? ¿Padre de qué, en concreto y con valor, que no sea la palabrería que usan para sus trifulcas?
FUENTE:http://www.gaceta.es/pedro-juan-viladrich/36-anos-pudo-sido-06122014-1252
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE 'LA GACETA '
Enviado por Singiliano el Sáb, 06/12/2014 - 20:19
Pues,
qué quiere que le diga. A mí esta constitución, en realidad, ni fu ni
fa. Incluso en tiempos supuestamente más felices que los que vivimos
ahora, nunca me sentí identificado con ella, así como tampoco he tenido
nunca el impulso de decir -a diferencia de otras personas- que la
defendería con uñas y dientes. Para empezar mi alegaro, diré que esa
prosperidad de la que se habla en este artículo no es otra cosa que la
proporcionada por el sistema socio-económico que la propia Constitución
respalda, que no es otro que el de la economía liberal de mercado,
caracterizada desde siempre por proporcionar unos perídos de una bonanza
superficial y aparente en momentos de coyuntura expansiva favorable,
seguidos a continuación, irremisiblemente, por otros períodos que son de
crisis profundas (nada superficiales) y auténticas (nada aparentes).
En cuanto a lo de la supuesta riqueza cultural que proporciona la diversidad idiomática existente en esta España nuestra, no hay más que echarle un vistazo a la actualidad para ver a dónde nos ha llevado esa "riqueza": cada idioma periférico de los que hay por aquí se ha convertido en piedra angular sobre la que edificar un proyecto utópico y rupturista de nuevas nacioncitas que, al igual que el monstruo cinematográfico ALIEN, crecen a costa de parasitar desde dentro a la patria común que es España, esperando hacerse lo suficientemente mayores para salir al exterior a base de romper y hacer saltar hacia fuera la caja torácica de la persona parasitada. Lejos de ser una riqueza de la que sentirnos satisfechos, la diversidad idiomática de España ha demostrado ser, sobradamente, una desgracia y una maldición cuya consecuencia fatal final, si nadie lo remedia, será la atomización/yugoslavización de España.
En lo tocante a la pluralidad permitida y auspiciada por la Constitución, también basta con echar una ojeada a la patética actualidad que vivimos para comprender al punto que esa pluralidad ha sido para este país lo más parecido que para una persona concreta resulta tener lo que, en términos psicoanalíticos, se llama "personalidad múltiple", la cual siempre es algo negativo, que va destruyendo progresivamente a la persona que la padece y que es preciso tratar sin demora. A España, esa personalidad múltiple (izquierdismo, derechismo, centrismo, progresismo, conservadurismo, tradicionalismo, laicismo, unionismo, autonomismo, separatismo.....) que le ha inducido el pluralismo político la ha llevado a la situación de parálisis y colapso en la que se encuente actualmente, precisamente porque son tantos los referentes de comportamiento con que se la ha impregnado, que ha llegado a un punto en el que ya no sabe qué hacer ni hacia dónde dirigirse.
Además, esta consitución es responsable de que, por su causa, se haya acuñado una expresión que a mí me produce alergia cada vez que la oigo, tal como es ésa de "patriotismo constitucional". En un país como el nuestro, en el que desde que comenzó la llamada Transición, resultó que declararse "patriota" suponía ser visto como una especie de ente retrógrado, inmovilista, antediluviano, rancio, involucionado, de mal gusto y opuesto a todo lo que se considerase socialmente positivo, hubo algún lumbrera al que se le ocurrió maquillar el término con el epíteto "constitucional" a fin de hacerlo menos abominable a ojos de una sociedad que cada vez se identificaba más con los postulados de la llamad "progresía" y con los de los que sostenían la idea de que integrarnos/disolvernos en Europa era lo más excelso que podíamos hacer. Así, declararse "patriota constitucional" equivalía a decir que no se era patriota en la acepción franquista y predemocrática del término, sino que suponía ser un patriota "light" (bajo en calorías), un patriota aséptico (carente de grandes principios), un patriota que podía aceptar, de manera civilizada y sin sobresaltos, que en España hubiese territorios con ínfulas soberanistas puesto que la propia Constitución reconoce que en España existenen "nacionalidades", de las cuales nada malo pasará si acaban separándose de España mediante procedimientos "democráticos".
Análogamente, la aceptación plena de las libertades individuales garantizadas por la Constitución ha dado pie a que en este país se hayan desarrollado movimientos sociales que, partiendo de la premisa de que hay que respetar escrupulosamente sus peculiaridades de comportamiento -porque eso es lo que dicta un sistema que se llame "democrático"- han sumido a este país en un revisionismo de valores y, por ende, en una decadencia como quizás nunca haya experimentado en toda su historia.
Por si eso no fuera suficiente, esa misma libertad garantizada por la Constitución es la que ha posibilitado que, al otro lado de los límites de las regiones periféricas levantiscas, en la España supuestamente no separatista, la población se muestra absolutamente indiferente, abúlica y apática en lo que respecta a la continuidad territorial e histórica de este país, como si acaso no fuera más que un cadáver que sólo es capaz de suscitar el debate de cómo hay que enterrarlo.
Al final, tal como preconizaba la Constitución, nos hemos convertido en una sociedad "avanzada", y ha sido tan profundo nuestro avance que, por lo que se intuye, parece como si ya no precisásemos ni de constitución ni de país para seguir adelante como colectivo humano. Lo irónico será que, una vez que hayamos desaparecido, los demás países del mundo, que todavía son medianamente serios, ni siquiera se molestarán en mencionarnos en una reseña histórica.
Si nadie lo dice, nadie lo sabrá.
En cuanto a lo de la supuesta riqueza cultural que proporciona la diversidad idiomática existente en esta España nuestra, no hay más que echarle un vistazo a la actualidad para ver a dónde nos ha llevado esa "riqueza": cada idioma periférico de los que hay por aquí se ha convertido en piedra angular sobre la que edificar un proyecto utópico y rupturista de nuevas nacioncitas que, al igual que el monstruo cinematográfico ALIEN, crecen a costa de parasitar desde dentro a la patria común que es España, esperando hacerse lo suficientemente mayores para salir al exterior a base de romper y hacer saltar hacia fuera la caja torácica de la persona parasitada. Lejos de ser una riqueza de la que sentirnos satisfechos, la diversidad idiomática de España ha demostrado ser, sobradamente, una desgracia y una maldición cuya consecuencia fatal final, si nadie lo remedia, será la atomización/yugoslavización de España.
En lo tocante a la pluralidad permitida y auspiciada por la Constitución, también basta con echar una ojeada a la patética actualidad que vivimos para comprender al punto que esa pluralidad ha sido para este país lo más parecido que para una persona concreta resulta tener lo que, en términos psicoanalíticos, se llama "personalidad múltiple", la cual siempre es algo negativo, que va destruyendo progresivamente a la persona que la padece y que es preciso tratar sin demora. A España, esa personalidad múltiple (izquierdismo, derechismo, centrismo, progresismo, conservadurismo, tradicionalismo, laicismo, unionismo, autonomismo, separatismo.....) que le ha inducido el pluralismo político la ha llevado a la situación de parálisis y colapso en la que se encuente actualmente, precisamente porque son tantos los referentes de comportamiento con que se la ha impregnado, que ha llegado a un punto en el que ya no sabe qué hacer ni hacia dónde dirigirse.
Además, esta consitución es responsable de que, por su causa, se haya acuñado una expresión que a mí me produce alergia cada vez que la oigo, tal como es ésa de "patriotismo constitucional". En un país como el nuestro, en el que desde que comenzó la llamada Transición, resultó que declararse "patriota" suponía ser visto como una especie de ente retrógrado, inmovilista, antediluviano, rancio, involucionado, de mal gusto y opuesto a todo lo que se considerase socialmente positivo, hubo algún lumbrera al que se le ocurrió maquillar el término con el epíteto "constitucional" a fin de hacerlo menos abominable a ojos de una sociedad que cada vez se identificaba más con los postulados de la llamad "progresía" y con los de los que sostenían la idea de que integrarnos/disolvernos en Europa era lo más excelso que podíamos hacer. Así, declararse "patriota constitucional" equivalía a decir que no se era patriota en la acepción franquista y predemocrática del término, sino que suponía ser un patriota "light" (bajo en calorías), un patriota aséptico (carente de grandes principios), un patriota que podía aceptar, de manera civilizada y sin sobresaltos, que en España hubiese territorios con ínfulas soberanistas puesto que la propia Constitución reconoce que en España existenen "nacionalidades", de las cuales nada malo pasará si acaban separándose de España mediante procedimientos "democráticos".
Análogamente, la aceptación plena de las libertades individuales garantizadas por la Constitución ha dado pie a que en este país se hayan desarrollado movimientos sociales que, partiendo de la premisa de que hay que respetar escrupulosamente sus peculiaridades de comportamiento -porque eso es lo que dicta un sistema que se llame "democrático"- han sumido a este país en un revisionismo de valores y, por ende, en una decadencia como quizás nunca haya experimentado en toda su historia.
Por si eso no fuera suficiente, esa misma libertad garantizada por la Constitución es la que ha posibilitado que, al otro lado de los límites de las regiones periféricas levantiscas, en la España supuestamente no separatista, la población se muestra absolutamente indiferente, abúlica y apática en lo que respecta a la continuidad territorial e histórica de este país, como si acaso no fuera más que un cadáver que sólo es capaz de suscitar el debate de cómo hay que enterrarlo.
Al final, tal como preconizaba la Constitución, nos hemos convertido en una sociedad "avanzada", y ha sido tan profundo nuestro avance que, por lo que se intuye, parece como si ya no precisásemos ni de constitución ni de país para seguir adelante como colectivo humano. Lo irónico será que, una vez que hayamos desaparecido, los demás países del mundo, que todavía son medianamente serios, ni siquiera se molestarán en mencionarnos en una reseña histórica.
Si nadie lo dice, nadie lo sabrá.
Enviado por javier69 el Sáb, 06/12/2014 - 21:11
se pregunta usted quién nos traicionó yo le pregunto si fue un suresnes o si se dio en verdad los pactos de la corona...
...los políticos de ahora son cortoplacistas y egoístas solo se miran así mismos y anteponen sus propios intereses cayendo en demagogias y en propuestas fuera de lugar..
En el 78 yo contaba con 9 años inmerso en mis juegos ahora tengo 45 y por lo que he leído ambas epocas coinciden en que habia mucho paro, mucho descontento, mucha tensión social….ahora con 45 no tengo trabajo…..
La solución no creo que sea la reforma de la constitución porque eso da un falsa tranquilidad de 20 años a lo sumo…lo que tiene que pasar es que los grandes partidos y los pequeños que desean gobernar algún día, tengan un modelo de estado lo mas parecido posible asentado en el espiritu del 78…
…..Si no hay pan difícilmente se puede proponer un proyecto de estado serio….
...los políticos de ahora son cortoplacistas y egoístas solo se miran así mismos y anteponen sus propios intereses cayendo en demagogias y en propuestas fuera de lugar..
En el 78 yo contaba con 9 años inmerso en mis juegos ahora tengo 45 y por lo que he leído ambas epocas coinciden en que habia mucho paro, mucho descontento, mucha tensión social….ahora con 45 no tengo trabajo…..
La solución no creo que sea la reforma de la constitución porque eso da un falsa tranquilidad de 20 años a lo sumo…lo que tiene que pasar es que los grandes partidos y los pequeños que desean gobernar algún día, tengan un modelo de estado lo mas parecido posible asentado en el espiritu del 78…
…..Si no hay pan difícilmente se puede proponer un proyecto de estado serio….
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Enviado por joseRMdP el Sáb, 06/12/2014 - 21:27
Es una desgracia para nuestro pais su clase politica,todos corruptos...unos por accion y otros por ominision.
No existen voces disonantes dentro de los partidos,todos parecen abducidos o castrados.
En cuanto a la constitucion solo la han "utilizado"para blindarse a si mismos y perpetuarse en el puesto,a consta de totalitarizar nuestra democracia.
Opino que a estas alturas la poblacion no aguanta,ni aguantara mas, y lo mejor que nos puede suceder a todos es que PODEMOS barra y haga desaparecer el bipartidismo con la ayuda de los jueces; y otros como Ciudadanos,Vox...hagan de contrapunto,para que una nueva generacion de politicos borren los garabatos de la generacion anterior y creen un constitucion "Como Dios manda".
De no ocurrir lo anteriormente expuesto,preveo a corto plazo una situacion politica-social Hiperconvulsa que desembocara en el mismo fin,pero por otros medios.
No existen voces disonantes dentro de los partidos,todos parecen abducidos o castrados.
En cuanto a la constitucion solo la han "utilizado"para blindarse a si mismos y perpetuarse en el puesto,a consta de totalitarizar nuestra democracia.
Opino que a estas alturas la poblacion no aguanta,ni aguantara mas, y lo mejor que nos puede suceder a todos es que PODEMOS barra y haga desaparecer el bipartidismo con la ayuda de los jueces; y otros como Ciudadanos,Vox...hagan de contrapunto,para que una nueva generacion de politicos borren los garabatos de la generacion anterior y creen un constitucion "Como Dios manda".
De no ocurrir lo anteriormente expuesto,preveo a corto plazo una situacion politica-social Hiperconvulsa que desembocara en el mismo fin,pero por otros medios.
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Enviado por pili1234567 el Dom, 07/12/2014 - 15:50
Señor
Viladrich, el crecimiento económico del pasado medio siglo no tiene
nada que ver con la Constitución. El mundo creció "espontáneamente" y
con fuerza tras las guerras mundiales, porque había que crecer de la
nada. Los yankis regaron el continente de dólares. Incluso el
crecimiento del PIB español fué más fuerte antes de la Constitución,
cuando se acabó la autarquía y llegaron en tromba las suecas a Benidorm.
.
El "proyecto de Nación" de la Constitución es muy ambiguo y confuso, porque así lo dejaron atado los partidos nacionalistas. Son los que tomaron el mando y a estas alturas el maldito Titulo VIII no lo borramos ni con aguarrás. Son los que siguen mandando. La ETA y los catalufos. Se acuerda usted de la serie "V" de televisión, en que los alienígenas se descubrían rasgándose la cara? Pues ese es Juan Carlos I y después Felipe VI. Nos han engañado. Uno es Pakito (el carnicero del cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza) y el otro Yoda, digo Pujol. Son más malos que los del cine, ya se sabe, la realidad supera la ficción.
El nacionalismo es el tumor maligno de la Constitución española. Hay que extirparlo con urgencia o nos vamos todos al carajo.
El "proyecto de Nación" de la Constitución es muy ambiguo y confuso, porque así lo dejaron atado los partidos nacionalistas. Son los que tomaron el mando y a estas alturas el maldito Titulo VIII no lo borramos ni con aguarrás. Son los que siguen mandando. La ETA y los catalufos. Se acuerda usted de la serie "V" de televisión, en que los alienígenas se descubrían rasgándose la cara? Pues ese es Juan Carlos I y después Felipe VI. Nos han engañado. Uno es Pakito (el carnicero del cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza) y el otro Yoda, digo Pujol. Son más malos que los del cine, ya se sabe, la realidad supera la ficción.
El nacionalismo es el tumor maligno de la Constitución española. Hay que extirparlo con urgencia o nos vamos todos al carajo.
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