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- SALA VIP
- El desgobierno de España
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JOSÉ V. PASCUAL
No estamos en crisis sino
instalados con demasiada urgencia, aún perplejos, en la verdad de
nuestro desnudo veraniego y playero: un desastre.
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Al sur europeo (los desdichados PIGS de la UE), les tocó la peor parte,
según lo previsto. Y a España la devolvió de golpe a su auténtica
realidad económica, social y política. No estamos en crisis sino
instalados con demasiada urgencia, aún perplejos, en la verdad de
nuestro desnudo veraniego y playero: un desastre. Éramos un país
industrializado y las tenaces reconversiones nos convirtieron en un país
de servicios. Éramos un país con una producción agrícola y ganadera más
que notable y el campo está ahora como cervantino, sembrado de molinos
de viento. Tras la segunda batalla de Bailén, el aceite jienense es
propiedad de empresas francesas, y pongo este ejemplo como muchos
cabrían en el cuento y las cuentas. Andalucía, inmenso jardín que según
dijo Alfonso Guerra en 1982 iba a convertirse en la California de
Europa, sigue siendo en 2013 tierra de jornaleros pobres de solemnidad,
subsidios de miseria, minifundios menesterosos y latifundios indecentes.
Y por el estilo en todas partes, cada cual a su manera.
Acabará por estallar la segunda gran burbuja insostenible, esa que las
gentes de bien llaman “energías renovables”, la misma que ha hecho subir
un 3,2% el recibo de la luz y que las personas sensatas califican de
energía cara y, a todas luces, insuficiente (lo de “luces” es un juego
de palabras, por si no lo habían pillado). Cuando esto ocurra, bajaremos
un par de peldaños más hacia el foso de la inmensa nada, el corazón de
la economía española. Nuestros jóvenes deseosos de incorporarse a la
vida laboral podrán elegir entre varias opciones: el paro, el
infraempleo, pasar el mocho a las vomitonas de los turistas alemanes,
rusos e ingleses, o largarse de España y buscar su futuro en cualquier
otro país. Esa es la verdad y quien la ignore es porque ni sabe ni
quiere saber.
Nuestro Gobierno, sin embargo, sigue hablando de la crisis. La crisis
ha pasado de ser una inmensa contrariedad a tabla de salvación. Todo lo
malo que nos ocurre es por culpa de la crisis, y todo se remediará
cuando salgamos de ella. O sea, nunca. De donde no se está no se puede salir.
Se empeñan el presidente del Gobierno y los ministros del ramo en que
todo se fundamenta en recuperar la confianza de los mercados, que fluya
de nuevo el crédito y conseguir financiación para crear nuevas empresas e
incentivar el consumo. ¿Nuevas empresas de qué? ¿Crédito para comprar
qué? Recién despertados de la pesadilla hipotecaria, a lo mejor la
solución está en comprar muchas autocaravanas (mira, al estilo de vida
americano, hogares móviles para la basura blanca); o meter siete
ordenadores y cuatro o cinco conexiones ADSL en cada casa. Crédito,
consumo y montar empresas cuando se pueda… ¿No tienen alguna idea mejor?
“Los suicidas prefiguran los destinos remotos de la humanidad”, decía
Ciorán. Y esta política sin política, este programa económico sin
economía, es el suicidio del centro-derecha español que prefigura un
destino horrendo, tan feo como el flequillo de Evo Morales y tan
sugestivo como imaginar a Pablo Iglesias (el chico enteradillo de los
debates en TV), ejerciendo de ministro de Hacienda, o de Cultura, o de
lo que sea porque esta gente lo mismo vale para un roto que para un
descosido. A la inolvidable experiencia de Leire Pajín me remito como
muestra.
La fórmula PP-PSOE se agota. La excusa-coartada de la
crisis se agota. Echar las culpas de nuestra miseria a las imposiciones
de la Unión Europea ha dejado de dar pena para dar risa, rabia y cabreo.
No tenemos economía propia, ni indicios que hay de reconocerlo y
empezar a levantar la casa por los cimientos. Lo que sí hay son ideas,
muchas, a montones. Ideas e ideólogos, propagandistas, opinólogos y listos que florecen como setas en todos los medios de comunicación
y que a uno le hacen preguntarse cómo es posible este sindiós: un país
con tantísimos expertos tan bien informados y con tantas ideas no
debería estar humillado ante el presente, sino dando clases de cómo se
afronta una crisis económica a los chinos, los norteamericanos y los
japoneses. Aunque, bien pensado, esa voraz batalla de las ideas tiene un
ganador clarísimo desde hace tiempo. Hablar es gratis, y la izquierda
española, para soltar discursos y dar gratis lo gratis, siempre resultó
impecable.
Y en dos años elecciones generales. Y Evo Morales (como
se llame y como se diga en español), engominándose el flequillo. Pues
no lo duden: el próximo presidente del Gobierno será de cabello
abundante. Calvos, abstenerse.
*José Vicente Pascual es profesor de Historia y escritor.
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