El desplome de la política
Los españoles se muestran irritados con una corrupción que perciben tolerada e impune
No es algo que esté ocurriendo solo en España. También en otros
países afectados por la crisis económica y sólidamente democráticos se
registra un profundo desplome de la confianza ciudadana en las instituciones políticas.
Así, ahora, en Francia y en EE UU apenas un tercio de la ciudadanía
aprueba la gestión del presidente de la República. En Italia, el 70% que
hace apenas dos años evaluaba positivamente al presidente Napolitano ha
menguado hasta el 45%. En este contexto, el rey Juan Carlos, pese al
profundo desgaste experimentado por su imagen pública entre nuestra
ciudadanía a lo largo de este último año,
aparece con todo como el Jefe de Estado mejor librado, pues retiene un
apoyo ciudadano que alcanza el 50%. En cuanto a los gobiernos, solo
merecen la aprobación de una muy reducida fracción de la población: el
16% en Italia, el 21% en Francia, el 26% en España. Y lo mismo ocurre
con los respectivos parlamentos, siendo destacable el particularmente
grave hundimiento del crédito público del italiano y, sobre todo, del
estadounidense (cuyo 10% actual de aprobación representa un mínimo
histórico). Por último, España, Francia e Italia prácticamente empatan
en cuanto al masivo grado de desafección ciudadana respecto de los
partidos políticos.
El grave descrédito de la vida pública en estos cuatro países contrasta fuertemente con la alta estima en todos ellos por las pymes, la escuela pública, la policía, el sistema público de salud o las fuerzas armadas. Solamente los bancos (y especialmente en España) obtienen porcentajes de aprobación tan mínimos como los de las instituciones políticas, probablemente porque para el ciudadano medio se aparecen como cooperadores necesarios, o incluso como causantes últimos, del actual desastre económico.
La idea ampliamente extendida en buena parte de Europa (en España la expresan tres de cada cuatro ciudadanos) es que en estos años se ha producido, de hecho, un golpe de estado, subrepticio y consentido: ahora son los mercados quienes realmente detentan todo el poder, por encima de soberanías nacionales o voluntades populares. Con un diagnóstico de situación tal, no puede extrañar este generalizado y profundo desplome de la confianza en las instituciones políticas. Desplome que, por cierto, no es en España precisamente donde se da en mayor medida, contra lo que se suele pensar aquí. Si los españoles viven este desplome con un claro plus de desasosiego es, sin duda, porque se les presenta asociado a un problema adicional que pesa especialmente sobre su moral cívica: la cada vez más gravosa evidencia de una corrupción política que es “relevante, general y recurrente”, en palabras del Círculo Cívico de Opinión.
Sin duda, y en proporción de dos a uno (67% frente a 32%), los españoles reconocen que, en realidad, en nuestro país los políticos corruptos son una minoría. Pero, eso sí, una minoría que, por la confluencia de tres factores que se refuerzan mutuamente, resulta particularmente dañina para esta ya doliente democracia.
En primer lugar, y como afirma el 95% de la ciudadanía, los partidos, por una malentendida solidaridad, tienden a tapar y proteger a aquellos de sus militantes probada o potencialmente corruptos en vez de investigarles, denunciarles y expulsarles. En segundo lugar, la lentitud con que la Justicia se ve forzada a actuar en este tipo de casos (como señala el 92%) por su escasez de recursos —materiales y humanos— y por las peculiaridades del actual sistema procesal que permite a los imputados marear impunemente, y por tiempo indefinido, al juez que les investiga. Y, en tercer lugar, porque el sistema electoral vigente admite que los imputados puedan figurar en las listas electorales (¡hasta algo más de cien lo hicieron en las últimas elecciones municipales y autonómicas!).
¿Posibles remedios? Para un 85% de los españoles, poder tachar nombres de las listas; para un 79%, elecciones primarias para la selección de líderes; para un 83%, limitación temporal del mandato de los dirigentes de los partidos; y para un 89%, creación de una jurisdicción especial, ágil y bien equipada, para casos de especial gravedad económica o política. Medidas quizá complejas pero no imposibles, y que parecen ya insoslayables para la regeneración de esta democracia.
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE ' EL PAIS '
El grave descrédito de la vida pública en estos cuatro países contrasta fuertemente con la alta estima en todos ellos por las pymes, la escuela pública, la policía, el sistema público de salud o las fuerzas armadas. Solamente los bancos (y especialmente en España) obtienen porcentajes de aprobación tan mínimos como los de las instituciones políticas, probablemente porque para el ciudadano medio se aparecen como cooperadores necesarios, o incluso como causantes últimos, del actual desastre económico.
La idea ampliamente extendida en buena parte de Europa (en España la expresan tres de cada cuatro ciudadanos) es que en estos años se ha producido, de hecho, un golpe de estado, subrepticio y consentido: ahora son los mercados quienes realmente detentan todo el poder, por encima de soberanías nacionales o voluntades populares. Con un diagnóstico de situación tal, no puede extrañar este generalizado y profundo desplome de la confianza en las instituciones políticas. Desplome que, por cierto, no es en España precisamente donde se da en mayor medida, contra lo que se suele pensar aquí. Si los españoles viven este desplome con un claro plus de desasosiego es, sin duda, porque se les presenta asociado a un problema adicional que pesa especialmente sobre su moral cívica: la cada vez más gravosa evidencia de una corrupción política que es “relevante, general y recurrente”, en palabras del Círculo Cívico de Opinión.
Sin duda, y en proporción de dos a uno (67% frente a 32%), los españoles reconocen que, en realidad, en nuestro país los políticos corruptos son una minoría. Pero, eso sí, una minoría que, por la confluencia de tres factores que se refuerzan mutuamente, resulta particularmente dañina para esta ya doliente democracia.
En primer lugar, y como afirma el 95% de la ciudadanía, los partidos, por una malentendida solidaridad, tienden a tapar y proteger a aquellos de sus militantes probada o potencialmente corruptos en vez de investigarles, denunciarles y expulsarles. En segundo lugar, la lentitud con que la Justicia se ve forzada a actuar en este tipo de casos (como señala el 92%) por su escasez de recursos —materiales y humanos— y por las peculiaridades del actual sistema procesal que permite a los imputados marear impunemente, y por tiempo indefinido, al juez que les investiga. Y, en tercer lugar, porque el sistema electoral vigente admite que los imputados puedan figurar en las listas electorales (¡hasta algo más de cien lo hicieron en las últimas elecciones municipales y autonómicas!).
¿Posibles remedios? Para un 85% de los españoles, poder tachar nombres de las listas; para un 79%, elecciones primarias para la selección de líderes; para un 83%, limitación temporal del mandato de los dirigentes de los partidos; y para un 89%, creación de una jurisdicción especial, ágil y bien equipada, para casos de especial gravedad económica o política. Medidas quizá complejas pero no imposibles, y que parecen ya insoslayables para la regeneración de esta democracia.
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE ' EL PAIS '
Al final el Sr. Toharia nos informa de los remedios que nos gustaría
que se tomaran para mejorar esta situación: todos ellos se refieren a
medidas legales tomadas desde arriba (ninguna desde abajo), lo cual es
un contrasentido porque no nos fiamos de quien necesariamente habrían
tomarlas (los propios partidos). Además sólo se refieren a sólo a los
partidos y nada a los sindicatos. , Creo en las encuestas y en que
están bien hechas (recogen fielmente la opinión de los españoles). Lo
que no creo es que esta opinión esté bien formada e informada.
En la anterior entrega el Sr. Toharia nos mostraba que la opinión que
tenemos los españoles de nosotros mismos (la España real) es bastante
mejor que la que tenemos de la España oficial. En consonancia con ello
en la entrega de hoy nos muestra lo poco que estimamos las instituciones
del área política (sobre todo los particos políticos) en comparación
con las del área social pero dentro de ésta hay una muy mal valorada:
los sindicatos. . Conclusión mía: los españolitos de a pie sentimos que
no funcionan bien los dos principales instrumentos que tenemos para
tratar de influir algo en la marcha económica y política del país.
Totalmente de acuerdo con Vd., y aliviado de no ser el único con esta
visión de la España contemporánea por estos lares. Ha descrito Vd.
perfectamente la base del mecanismo de la demagogia, que la masa se
traga con una avidez enfermiza desde que el mundo es mundo: comparar
cosas que son incomparables por su distinta naturaleza. Excelente
apunte. Un saludo.
La crisis no guarda relación con la falta de democracia ni con la falta
de justicia ni con la impunidad. Lo que realmente ocurre es que el
sistema de leyes de España es un total fracaso. Y de ello se han
encargado precisamente los políticos. En cualquier país que diga ser
democrático una persona que acude ante un congreso de diputados y
miente, es acusada de y procesada por incurrir en perjurio. En España
el president de gobierno acude, no dice verdad y queda impune. Y lo
cierto es que en España NO es delito mentir en parlamento. ¡Vaya
democracia, eh! Y financiaciones ilegales de partidos o campañas...pues
NO es delito. Es "falta" administrativa. Si no fuera porque es para
llorar diría que es un gran chiste. Jo d errrrrrrrrrr.
Lo increible de este articulo es q no haya identificado la paradoja: el
pais con mas casos de corrupcion en los juzgados y mas altos cargos
imputados es el q mas confia en sus dirigentes/politicos/instituciones
(Espana). Para una mente aguda, esto solo puede demostrar lo q todos
callan: 1. la complicidad ciudadana en la inmoralidad de la sociedad. 2.
la ignorancia ambiente q es capaz de legitimar lo indefendible. El
periodista utiliza un método muy conocido de supercheria intelectual, el
de comparar cosas q no se pueden comparar o, cuando menos, se debe, al
menos, establecer un prealable explicativo de las diferentes razones q
motivan las respuestas a las encuestas.Espana es un pais en el q no se
mueve nadie, a pesar de los excesos q no serian posibles en otras
latitudes.En, EE.UU, no sobreveiviria la clase politica espanola por
delincuente, mentirosa e impreparada frente a la labor de legislar y
responder de sus responsabilidades. En Francia, la gente estaria en la
calle por el 1% de lo q han hecho las instituciones espanolas.En cuanto a
Italia, seria quizas el unico pais comparable, por impresentable.
O sea que no soy "el raro" del foro: ¡¡ el 85% de los españoles quieren
poder tachar nombres de las listas electorales ¡¡ Somos un 85% de
raros en España. Pero el psoe, en la oposición y con la mayor crisis de
credibilidad, y de supervivencia, de su historia PREFIERE DIRIGIRSE Y
SATISFACER SÓLO AL 15% RESTANTE". Son unos fenómenos, y al final,
dejarán que sean otros los que tomen la iniciativa y se apunten el
tanto. Y NO SE PIERDAN LA POSTURA DE LA PRENSA, EN GENERAL, Y DE EL
PAÍS, EN PARTICULAR, CON ESTE TEMA: AYUDAR A LOS PARTIDOS A PONER EL
FOCO EN OTRAS "HISTORIETAS" CON EL FIN DE SALVAGUARDAR EL SISTEMA. ¡¡
Vaya tela
Mientras ven quién de los dos se sigue comiendo el pastel mientras
nosotros nos comemos la m.ierda, no está mal tener claros algunos
conceptos por si se da la circunstancia: http://cort.as/5My4
"Los españoles se muestran irritados por una corrupción que perciben
tolerada e impune". Traducción: Al menos el 98 por ciento de los
españoles se muestra irritados por no pertenecer al círculo de los que
pueden robar impunemente.
Pero es que nuestros males son mucho más profundos y tienen mucho que
ver con la forma que tenemos de ver la vida en los países del Sur. Ya en
su época Max Weber relacionó el atraso de las naciones católicas con su
forma de pensar, más interesada en mantener las apariencias que en un
verdadero sentido de responsabilidad personal. Pero si desde que somos
niños nos parece normal copiar en los exámenes. Aunque nos parezca
mentira, en otras latitudes eso produce rechazo social. Y ahí está el
problema, damos por normales y somos condescendiente con conductas que
son consideradas abominables por otras gentes. Y claro, los países
donde la gente seria y cumplidora es mirada con ironía y
condescendencia, pues qué clase de políticos los van a dirigir…
Las 11 áreas de prospección petrolífera autorizadas a REPSOL por SORIA
se extienden en una franja costera que va desde el norte de Lanzarote
hasta el sur de Fuerteventura. Algunas de estas áreas de forma
rectangular tienen su lado más cercano a la costa a menos de 15 kms y su
lado más lejano a unos 60 kms. SORIA y REPSOL insisten en la falsedad
de que las plataformas nunca estarán a menos de 60 kms. También mienten
prometiendo puestos de trabajo para Canarias. Igualmente mienten
prometiendo rebajas de la gasolina. Mienten cuando dicen que el riesgo
se puede controlar. Mienten también gravemente al querer vendernos a
REPSOL como parte de España. Algunos ayudan a difundir estas mentiras y
otros simplemente son crédulos y se las tragan, ¿bobos?. Lo que no dice
SORIA es que las perforaciones son a más de 3500 mts lo que incrementa
mucho el riesgo. Tampoco dice que, aún sin que se produzca un accidente,
la actividad extractiva normal enviará a las playas vírgenes constantes
manchas de petróleo. Además en Lanzarote y Fuerteventura el agua se
extrae del mar y esto es incomparable con Brasil que no es una isla
el problema que tenemos aquí es que nuestros políticos acampan a sus
anchas aprovechando el poder para enriquecerse y estamos viendo casos de
corrupción cada dia estas practicas se tienen que erradicar algo que se
esta pidiendo a gritos
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