miércoles, 28 de agosto de 2013

' LA PUTOCRACIA NOS ESCUPE A LA CARA '


  • La ‘putocracia’
    SALA VIP
    El problema es conseguir que esta plutocracia no derive en una ‘putocracia’.
  • Podemos rasgarnos las vestiduras, podemos darnos golpes de pecho con una piedra, pero nada de eso desviará ni un milímetro la irremediable decadencia de este sistema que nos hemos dado bajo el fallido nombre de “Democracia” y que se parece al ágora ateniense lo mismo que un huevo a una castaña.
    Algunos comentaristas, dentro de una visión que ellos consideran legítima y exacta, tienden a utilizar la palabra partitocracia como si ella dibujase fielmente el perfil de lo que nos acontece. Se lamentan de que durante treinta años padecemos un turno de partidos políticos al estilo del consejo que daba Alfonso Xll a su mujer María Cristina: “Cristinita, tú de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas”, creyendo que si se marchaba el uno gobernaba el otro y viceversa. Pero no era así: gobernaban los dos a la par, el uno haciendo como que quería y el otro ayudando a querer y haciendo. Es decir, que tenían dos nombres distintos: “conservadores” y “liberales”, pero eran la misma cosa, llamada Restauración, que defendían los mismos intereses y las mismas instituciones.
    El error que cometemos cuando comentamos las supuestas diferencias y hasta los aspectos irreconciliables entre el Partido Popular y el Partido Socialista es de orden puramente ornitológico: creemos que son dos águilas distintas que se lanzan sobre sus presas (sean liebres o conejos) con vuelos diferenciados, cuando se trata en realidad de una águila única aunque tenga dos alas, para ser más rápida y depredadora. Si en lugar de ver este asunto desde una percepción formal la viéramos a través de la heráldica contemplaríamos la auténtica existencia del sistema: el águila bicéfala, tantas veces utilizada en los blasones y escudos medievales.
    Las águilas bicéfalas son figuras compuestas de distintos elementos: las patas con garras afiladas, las plumas adaptadas al vuelo, el cuerpo fusiforme que acelera su velocidad, los ojos de milimétrica mirada que perciben desde las alturas las madrigueras y, finalmente, los dos cuellos que les permiten devorar por igual a derecha e izquierda. O sea, exactamente lo mismo que hacen el PP y el PSOE.
    La clientela de ambos partidos es distinta, por su aparente composición social distintiva, pero no nos engañemos: hay más dinero socialista que dinero popular. Muchas de las personas más ricas e influyentes de España están en el PSOE, del mismo modo que hay muchos obreros y parados sin trabajo que comparten el pan del PP. También parecen diferentes sus discursos y programas, pero eso es un recurso para la captación de votos, pues ni unos ni otros contemplan ni por asomo la posibilidad de cumplirlos. Por último se enzarzan en teatrales pugnas sobre quiénes son más ladrones, si los unos o los otros, cuando ambos conocen de sobra que los balances que hacen para los Tribunales de Cuentas están amañados por igual y perciben el dinero de las mismas empresas.
    Algunas veces, las riñas que vemos son puro esperpento valleinclanesco, como la ruptura del pacto para la “Ley de Transparencia” que a ninguno de los dos conviene, por lo que mejor será no hacerla y, si se hace, a lo que de verdad se parecerá será a las Luces de Tinieblas.
    El águila bicéfala no por eso se inmuta. Sabe que todavía hay dinero escondido, que por los vericuetos de la economía negra, de los impagos del IVA, de los negocietes del blanqueo de dinero, de los “ERES” y de los “Cursos de Formación” quedan suculentas piezas a las que dar alcance para agarrarlas entre sus zarpas y devorarlas en lo alto de los picos montañosos donde tienen sus nidos.
    Algún ingenuo podrá creerse que nuestro sistema ha derivado de “democrático” a “oligárquico”. De ningún modo: nació oligárquico, de la mano de un dictador a la de un rey, y ha derivado en plutocrático, que es como se denomina el imperio de los ricos. Ambos partidos (y los que les acompañan) no tienen otro deseo –ni seguramente otra opción en una sociedad como la nuestra- que venderse a las multinacionales, los Bancos extranjeros y las grandes empresas, pues es de esos de lo que viven y de nuestros presupuestos, que saquean sin compasión en cuanto ven una cuenta con saldo.
    Vivimos en una plutocracia dominada por gentes de inmensas fortunas que permiten a los políticos hacer fortunas medianas con el óbolo de pagarles las elecciones y que ellos sigan gobernando. La pirámide del dinero ha sustituido a la vieja sociedad estamentaria pero con los mismos propósitos de siempre: crear privilegios para quienes mandan y obligaciones para quienes obedecen.
    El problema en el que ahora mismo nos encontramos es cómo conseguir que esta plutocracia no derive en una llana y tremenda putocracia; es decir en un continuo puteo, maltrato y abuso contra los pobres (que ya somos muchos más de los que éramos) sin otra consideración que la de escupirnos a la cara por no ser lo suficientemente ladrones para salir del laberinto.
    La putocracia está a la vuelta de la esquina, tal y como se dobla la calle de Agosto para entrar en la Avenida de Septiembre. Hay que estar atentos y observar desde el cielo, como si fuéramos al menos aguiluchos haciendo un master de halconería, para saber a dónde nos llevará la crisis de Gobierno del inmediato otoño.
    *Pedro J. de la Peña es escritor y profesor titular de la Universidad de Valencia.




  • FUENTE:http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/%E2%80%98putocracia%E2%80%99-20130827


    COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE ' LA GACETA'

  • en dos palabras, en dos idiomas.
    too late
    demasiado tarde.
  • El artículo empieza bien, hablando de los efectos, pero termina mal, al intentar identificar causas. Le echa las culpas a "los ricos", como si la gente de dinero tuviera poder real en España. Aquí el poder lo tienen los votos, y tanto vale el voto de un nene de 18 años que el del parado de 50 o el rico banquero de 60 años. Aquí el poder lo tienen los lectores del Marca y las aficionadas al Sálvame. En otras palabras: el pueblo degenerado a plebe.
    Lógicamente, la gente aúpada por la plebe para dirigir la nación, sólo puede ser chusma que nos lleva a la ruina. Después, el rebaño se queja de lo malos que son los políticos... que ella misma elige y a los que deja hacer sin decir esta boca es mía.
    Quien mandó los aviones de España a bombardear Libia no fue ningún banquero ni ningún "rico", fue la ministra del momento.
    Quien presionó a Botín para que le regalase dinero fue un juez, Garzón.
    Quien decidió que España tenía que enfangarse en el AVE fue un político, Felipe González, desoyendo los consejos de todos los técnicos de RENFE. Y políticos son quienes han gastado lo que no teníamos en tranvías inservibles y aeropuertos vacíos. Gastos realizados bajo el aplauso general de los votantes.
    Quienes se llevan el dinero de los presupuestos no son los "ricos", sino una multitud de empleados públicos, pensionistas, enfermeras, maestras, administrativos, policías, subvencionados varios y "empresas" conchavadas con el político de turno.


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