GOBIERNO
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Visita oficial
Rajoy no se inclina, se columpia ante el emperador Akihito de Japón
Efe y Atlas | Foto: Imperial Household Agency
- Se salta el estricto protocolo al no inclinarse ante el emperador
- Esto puede interpretarse como una falta de cortesía en el país nipón
A Mariano Rajoy
le gusta el refranero castellano. Sin embargo, este martes ha olvidado
en Japón ese pareado tan célebre de "a donde fueres, haz lo que vieres".
Y cuando se trata de asuntos de protocolo y de diplomacia al más alto
nivel, conviene tenerlo muy en cuenta para no meter la pata, no hacer el
ridículo o, lo que es peor, no quedar como un maleducado ante todo un
pueblo, en este caso, el nipón.
Y es que el saludo del presidente del Gobierno al emperador Akihito de Japón en el Palacio Imperial de Tokio ha debido de sonrojar desde el primero hasta el último de los funcionarios de la milenaria Corte del Crisantemo. Rajoy se ha acercado al representante de la dinastía reinante más antigua del planeta con paso firme, y le ha saludado más tieso que el palo de una escoba. Pero el cordial apretón de manos puede interpretarse como toda una falta de cortesía en Japón, donde las estrictas normas de protocolo de la Familia Imperial dictan que lo adecuado es saludar a cualquiera de sus miembros, y no digamos ya al emperador, con una leve reverencia en forma de ligera inclinación de cabeza.
No hacen falta exageraciones. En Japón, donde los usos sociales son tan distintos a los occidentales, están mal vistas las muestras de efusividad exagerada y se procuran evitar los tocamientos personales en la medida de lo posible. Y se combinan con naturalidad el respeto exquisito por el espacio vital de cada individuo con las demostraciones reverenciales. Los mismos emperadores inclinan continuamente su cabeza ante sus invitados o cualquiera de sus súbditos cuando quieren saludarles o mostrar agradecimiento, con sencillez y humildad.
Eso de que Rajoy haya dado la mano al emperador nipón como si estuviera saludando al portero, está no sólo fuera de lugar, sino que puede llevar a los japoneses a considerarlo como una falta absoluta de respeto hacia su jefe de Estado.
Akhito recibe cada año a decenas de mandatarios extranjeros. Y si Rajoy ha llevado los recortes hasta el departamento de Protocolo de Moncloa, le hubiera bastado con mirar en Google las fotos de presidentes y primeros ministros del mundo entero que le han precedido de visita oficial en Japón, para saber cómo tenía que saludar al emperador.
O incluso hubiera podido preguntar a su antecesor. Zapatero, como hoy Rajoy, se entrevistó con Akihito en septiembre de 2010 y no se le olvidó agachar cortésmente la cabeza ante su anfitrión, sin que ello supusiera signo alguno de sumisión o servilismo. Fue, sencillamente, respeto y seguimiento del protocolo.
Pero, por si Zapatero no le vale a Rajoy como ejemplo a seguir,
alguien le podría haber recordado la polémica que rodeó la visita del
mismísimo presidente de EEUU, Barack Obama, al
emperador en 2009. Con mucho menos motivo aún para inclinarse, puesto
que Obama era un jefe de Estado saludando a otro par, al hombre más poderoso de la tierra no se le cayeron los anillos por mostrar su respeto y procurar agradar a los japoneses. Aunque se mostró tan efusivo, que su inclinación de 90 grados ante Akihito le valió una catarata de críticas del Tea Party en EEUU.
Pese a todo, Obama logró su objetivo: los analistas japoneses tacharon
de "extraordinaria" la visita diplomática y agradecieron el gesto con su
emperador.
¿Qué estarán diciendo hoy de la visita de Rajoy? A lo peor, lo mejor es que no digan nada...
El jefe del Ejecutivo destacó que la apertura de la exposición Dentro y Fuera, las dos caras del informalismo español supone la apertura oficial de las actividades culturales en Tokio del denominado Año Dual España-Japón, que conmemora el 400º aniversario del inicio de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Su discurso recordó la reciente pugna olímpica con Tokio y volvió a reiterar su enhorabuena a Japón por acoger los Juegos de Olímpicos de 2020.
Y es que el saludo del presidente del Gobierno al emperador Akihito de Japón en el Palacio Imperial de Tokio ha debido de sonrojar desde el primero hasta el último de los funcionarios de la milenaria Corte del Crisantemo. Rajoy se ha acercado al representante de la dinastía reinante más antigua del planeta con paso firme, y le ha saludado más tieso que el palo de una escoba. Pero el cordial apretón de manos puede interpretarse como toda una falta de cortesía en Japón, donde las estrictas normas de protocolo de la Familia Imperial dictan que lo adecuado es saludar a cualquiera de sus miembros, y no digamos ya al emperador, con una leve reverencia en forma de ligera inclinación de cabeza.
No hacen falta exageraciones. En Japón, donde los usos sociales son tan distintos a los occidentales, están mal vistas las muestras de efusividad exagerada y se procuran evitar los tocamientos personales en la medida de lo posible. Y se combinan con naturalidad el respeto exquisito por el espacio vital de cada individuo con las demostraciones reverenciales. Los mismos emperadores inclinan continuamente su cabeza ante sus invitados o cualquiera de sus súbditos cuando quieren saludarles o mostrar agradecimiento, con sencillez y humildad.
Eso de que Rajoy haya dado la mano al emperador nipón como si estuviera saludando al portero, está no sólo fuera de lugar, sino que puede llevar a los japoneses a considerarlo como una falta absoluta de respeto hacia su jefe de Estado.
Akhito recibe cada año a decenas de mandatarios extranjeros. Y si Rajoy ha llevado los recortes hasta el departamento de Protocolo de Moncloa, le hubiera bastado con mirar en Google las fotos de presidentes y primeros ministros del mundo entero que le han precedido de visita oficial en Japón, para saber cómo tenía que saludar al emperador.
Zapatero, durante su visita.
El presidente de Bolivia y la comentada foto de Obama.
¿Qué estarán diciendo hoy de la visita de Rajoy? A lo peor, lo mejor es que no digan nada...
Se arranca con el japonés
El presidente del Gobierno cerró con otro acto su primer día de agenda oficial antes de visitar este jueves Fukushima. Fue entonces cuando Rajoy se arrancó con el japonés al terminar su intervención en el acto de inauguración de una exposición. "Domo arigato gozaimasu", concluyó Rajoy, dando "muchas gracias" de la forma más educada.El jefe del Ejecutivo destacó que la apertura de la exposición Dentro y Fuera, las dos caras del informalismo español supone la apertura oficial de las actividades culturales en Tokio del denominado Año Dual España-Japón, que conmemora el 400º aniversario del inicio de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Su discurso recordó la reciente pugna olímpica con Tokio y volvió a reiterar su enhorabuena a Japón por acoger los Juegos de Olímpicos de 2020.
Aznar y Botella, recibidos por los emperadores de Japón en 1997. | Efe
FUENTE: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/02/espana/1380722878.html
FUENTE: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/02/espana/1380722878.html
COMENTARIOS DE LOS LECTORES DE ' EL MUNDO'
- tropecientos asesores y se les pasa esto....
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No es falta de cortesia,es falta de cultura. Eso si, don Mariano conoce al dedillo el equipo titular del Pontevedra de los '60
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r
es un comportamiento normal en personas que carecen del lobulo frontal......
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Y encima suben el presupuesto para asesores, !que nivel damos ante el mundo!, la flor lo transtorno.
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Afortunadamente, Madrid 2020 se celebrará en Tokio.
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Si es que, de donde no hay, no se puede sacar.
Es malo, malo, malo, ni eso lo puede hacer bien!
Mariano no se inclina ante nadie. Él proviene de un pais "con 50 millones de habitantes que tienen un elevado poder adquisitivoHa quedado como lo que es. Un mamarracho, que no tiene el mínimo interés de preocuparse por la cultura y costumbres del país que visita, y así queda. Además no muestra el mínimo respeto por el pueblo al cual representa, lo va a tener ante el emperador de Japón. Este solo se inclina para coger sobres.
Uno no se levantó ante la bandera norteamericana, este no dobla el lomo ante el japonés. Aquí los del FMI nos saludan con recortes y los ingleses con sus borracheras y vomitonas. Somos el admereir del mundo.
".
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