sábado, 28 de febrero de 2015

' LOS MONOS QUE NOS GOBIERNAN '





Pablo Herreros

El sociólogo, primatólogo y antropólogo Pablo Herreros Ubalde, autor del libro "Yo, mono", explica en esta sección todas las claves del comportamiento humano con ayuda de sus observaciones sobre nuestros parientes máss cercanos: los grandes simios.
Web personal del autor: www.primates.es y www.pherreros.com
Contacto: pabloherrerosubalde@gmail.com



Blog Yo, mono



El Debate sobre el Estado de la manada



El Debate sobre el Estado de la Nación del pasado martes. ANTONIO HEREDIA

Según relata El príncipe, obra del diplomático Nicolas Maquiavelo, los gobernantes deben comportarse de dos maneras diferentes según el momento: la típica de los hombres, caracterizada por el derecho, la razón y la moral; y otra más propia de los animales, a través de la fuerza, la trampa y el engaño.
Sin entrar en análisis profundos ni éticos, a Maquiavelo no le faltaba parte de razón. Todas estas estrategias que aparecen en encuentros como el Debate sobre el Estado de la Nación. Quizás se le olvidó el detalle de que todos los animales, tanto los humanos como los no humanos, somos capaces de usar ambas caras de la moneda en la arena política. Por algo somos, según el primatólogo Frans de Waal, el mono bipolar.
Los primates no humanos carecen de parlamentos, pero las maniobras que se producen dentro del Congreso de los Diputados son similares a las que pueden observarse en las manadas de simios. Por ejemplo, los Debates sobre el Estado de la Nación son mucho más que citas para dar explicaciones a la oposición y al país. También son rituales que hunden sus raíces en la selva, en los que el objetivo es recordar quién tiene el poder o cómo está repartido.
En estos encuentros, como en las asambleas de cualquier banda o tribu del mundo, se hacen visibles lealtades, contrapoderes y otros aliados, tanto los temporales como los fijos. Incluso la neutralidad o pasividad para que otros hagan sin involucrarse directamente algo que en el fondo deseas, son elementos presentes en las comunidades de primates. Por ejemplo, se sabe de comunidades de chimpancés, en las que las hembras simplemente han dejado hacer, optando por "no votar" cuando no les convenía un líder demasiado agresivo.
En el Congreso, se actualizan alianzas y cómo no, también se realizan demostraciones de fuerza. Por ejemplo, la estrategia más básica para una coalición es gritar o hacer ruidos que recuerden a los oponentes las fuerzas con las que cuenta el grupo. Se producen aplausos o golpes contra los asiento, mesas o portafolios que tratan de reafirmar las intervenciones de sus líderes o rechazar las de la oposición.
Los chimpancés también realizan demostraciones de fuerza en las que inicialn alocadas carreras bajo la mirada del grupo. De repente, comienzan a golpear o rompen cualquier cosa que se encuentre alrededor. El objetivo es el mismo que tenía en mente Nikita Kruschev en la Asamblea de la ONU en octubre del 1960 cuando se quitó un zapato y golpeó el atril tras empujar al representante filipino de la tribuna: recordar a los demás la fuerza que uno posee mediante la intimidación. Se trata de un símbolo ancestral de disuasión al contrario. Pero también se puede llegar directamente a la agresión física, como ya ha sucedido en los parlamentos italiano, coreano, japonés, etc.
Otro detalle interesante es el lugar donde te sientas en el hemiciclo. Es un buen indicador de proximidad al poder. Cuanto más cerca del jefe de partido, más tienes poder tienes. La razón es que los asientos están asignados con anterioridad. Cada uno tiene el suyo y jamás un compañero osaría a ocupar otro.
Del mismo modo, algunas especies de primates territoriales defienden su ubicación. En primatología lo llamamos suplantaciones o desplazamientos. Son excelentes indicadores de la dominancia de un individuo sobre otro. Por ejemplo, los babuinos luchan por las hembras, pero también por los lugares de sombra, de mayor visibilidad o por las zonas cercanas al líder. De hecho, nunca verás al macho beta excesivamente alejado del macho alfa. Si un recién llegado o subordinado se acerca demasiado al centro de poder, se la está jugando y puede provocar la agresión de los "hombres del presidente".
Entonces, ¿realmente se escuchan y discuten ideas? Siendo sinceros, el debate real suele ser evitado de manera sistemática por los líderes más débiles porque temen que se les vaya de las manos, sea cual sea su ideología. En este sentido, los monos titís tienen mucho que enseñarnos.
Daniel Takahashi, un neurobiólogo de la Universidad de Princeton, grabó las conversaciones entre parejas de que estaban próximas pero no se podían ver. Los resultados mostraron que estos primates esperaban una media de cinco segundos para comunicarse y responder a las llamadas del compañero. Se respetaban el turno, lo que sugiere que deseaban escuchar lo que los compañeros y compañeras querían transmitirles. Algo de lo que carecen la mayoría de los parlamentos, reuniones o asambleas que organizamos los humanos.

FUENTE:http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/yomono/2015/02/28/el-debate-sobre-el-estado-de-la-manada.html

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