El ajuste encoge los salarios
La rebaja de los sueldos se una a la destrucción de empleo como vía para recuperar productividad
La renta de los trabajadores cada vez pesa menos en el PIB
La reforma laboral está cumpliendo uno de sus objetivos: la
devaluación salarial. Hasta el momento ha fallado en los otros. No ha
estimulado la contratación, que no levanta cabeza. No ha frenado la
temporalidad, el mal endémico del mercado laboral español. Y la
destrucción de empleo sigue campando a sus anchas, cuando la crisis se
encamina hacia su sexto año. En cambio, está logrando el ajuste de
sueldos y logrando que las empresas españolas recuperen por esta vía —y
por la de los despidos— parte de la competitividad perdida durante la
época de expansión.
La llamada devaluación interna avanza con cada dato sobre salarios, convenios, PIB o IPC. Mientras los precios crecen a un ritmo anual del 3,5%, los sueldos suben un 1,4%. Y lo más probable es que este último dato se quede corto, ya que solo contempla la negociación colectiva habida hasta el momento en 2012, muy retrasada. Hasta ahora, solo 4,8 millones de trabajadores están amparados por un pacto firmado este año; el resto de asalariados con convenio, de acuerdo con la ley, tiene sus sueldos congelados. Además, tampoco se contemplan en la estadística los más de 400 acuerdos firmados entre empresarios y representantes de los trabajadores de los que tiene constancia el Ministerio de Empleo —la comunicación a la autoridad laboral no es obligada en los acuerdos de empresa, como apunta Toni Ferrer, secretario de Acción Sindical de UGT—, para no acatar las condiciones pactadas en los convenios de ámbito superior (sectores estatales o provinciales).
A pesar de estas lagunas, es probable que la tendencia que apuntan los datos se agudice. Esto podrá comprobarse a mitad de diciembre, cuando se conozca la nueva estadística trimestral de coste laboral. En la última edición, la del segundo trimestre, el coste salarial se había congelado en 1.979 euros al mes, lo mismo que el año anterior. Y eso teniendo en cuenta que en este estudio no se analiza el comportamiento de los sueldos públicos, que desde 2010 han perdido en torno a un 20% de su poder adquisitivo.
Con todos estos números sobre la mesa, puede pronosticarse que en los próximos trimestres el menguante peso de los salarios en la riqueza nacional, ahora en el 45,6% un mínimo histórico, todavía será menor.
“Detrás está la reforma laboral”, sentencia contundente Ángel Laborda. La opinión del director del panel de coyuntura de Funcas es unánime entre los economistas, procedan de la corriente que procedan. Piensa así Fernando Luengo, profesor de la Universidad Complutense, muy crítico con la devaluación interna y sus consecuencias (perdida de poder adquisitivo de los asalariados, caída del consumo...). Lo mismo opina Miguel Ángel García, jefe del gabinete económico de CC OO, partidario de la moderación salarial si va acompañada de la contención de los márgenes empresariales y del ajuste de los precios regulados (energía, combustible, tasas, transporte público...). Y también lo cree Marcel Jansen, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), defensor de este proceso como única vía para la recuperación económica.
Jansen añade otra causa: el acuerdo firmado por UGT, CC OO y CEOE a comienzos de año. Y para ello llama la atención sobre un dato que tiene un comportamiento contrario al normal: hasta octubre los convenios firmados en empresas registran subidas salariales (1,5%) mayores que los firmados en los sectores (1,2%).
Luengo, además, apunta otra forma de ajuste que se está dando. “En menos tiempo y con menos recursos se están haciendo más tareas”, denuncia el menos ortodoxo de los economistas consultados para este reportaje, apoyándose en sus investigaciones sobre la industria de los bienes de equipo. Dicho de otra forma, se trabaja más por el mismo sueldo o menos, con lo que se aumenta la productividad.
La historia que acaba por poner en marcha la devaluación salarial —y casi por hacerla inevitable— es conocida. Durante los años de crecimiento, especialmente desde la entrada en el euro, España pierde mucha competitividad. Tanta que en 2007 y 2008 el déficit por cuenta corriente se sitúa en torno a los 100.000 millones, (10% del PIB). Solo Estados Unidos, entre los países desarrollados, presentaba un boquete de una magnitud similar.
Para llegar a este desequilibrio fue necesario que las empresas españolas perdieran mucha productividad. ¿Cuánta? La cifra depende de qué variable se utilice y durante qué periodo. Si se utiliza la productividad (el cociente entre la producción y los recursos obtenidos para ello), la pérdida de toda la economía fue de unos 18 puntos respecto a la eurozona desde 1993. Si se emplean los costes laborales de las manufacturas (un índice que mide lo que cuesta producir lo que se exporta), la pérdida sería de 20 puntos desde que arrancó el euro.
Cerrar esa brecha es lo que pretendía el Ejecutivo cuando puso en marcha la última reforma laboral, argumentan en el Ministerio de Economía. También entraba en sus planes acelerar el proceso al prometer una rebaja de dos puntos de las cotizaciones sociales (al fin y al cabo, coste laboral), pero la maltrecha situación de las cuentas de la Seguridad Social ha llevado finalmente al Ejecutivo a renunciar a esta alternativa.
Al no disponer de la herramienta de la política monetaria —la devaluación de la divisa ha sido el mecanismo tradicional—, los Gobiernos de la zona euro han de recurrir a una de las pocas alternativas que se abren, la devaluación interna: bajada real de salarios para bajar precios y, al final de la cadena, vender y exportar más para que el sector exterior tire de la economía.
En realidad, la brecha ya había comenzado a cerrarse desde 2008. Aunque lo hacía —y todavía lo hace— de la peor forma posible: la destrucción de empleo. Al fin y al cabo, hay dos formas de reducir la masa salarial: reduciendo sueldos o despidiendo. O una tercera: las dos al mismo tiempo. Esta vía se abrió en febrero, con la reforma laboral. Desde entonces, el número de empresas que combina despidos y reducción de sueldos aumenta. Según un estudio efectuado entre 300 compañías por Adecco y Sagardoy, un bufete laboralista vinculado habitualmente a las grandes firmas, casi un 40% ha combinado sendas medidas.
“Sí que está pasando”, confirma Luis Zumalacárregui, un abogado laboralista que cuenta entre sus clientes a empresarios y trabajadores. “Además, cuando lo hace una compañía de un sector, el resto tiene que hacerlo si quiere competir en igualdad de condiciones”, añade.
La combinación de reducción de salarios y destrucción de empleo incrementa los riesgos que implica por sí misma toda devaluación salarial: la caída excesiva del consumo interno y mayor dificultad de los afectados para hacer frente a las deudas contraídas. España afronta, en este momento, ambos peligros, y lo hace en un contexto internacional muy desfavorable. Durante toda la crisis, el sector exterior ha tenido un buen comportamiento. En 2012 incluso es probable que la balanza comercial de bienes y servicios tenga un saldo favorable por primera vez en años. Pero el enfriamiento constante de la economía europea resta potencial de crecimiento a un motor que debería sustituir en gran medida al consumo interno para que el empleo comience a levantar cabeza.
Como apunta Miguel Ángel García, de CC OO, España tiene todavía un sector exterior muy pequeño para que los beneficios de la devaluación interna tengan un resultado inmediato. En la actualidad, se exporta poco más del 32% del PIB. En Letonia, un país que puso en marcha con éxito esta opción al comienzo de la crisis, este porcentaje se eleva al 50%. Llegar a la porción del país báltico es uno de los retos que señala el sindicalista, pero “sin atajos buscando tejido productivo con valor añadido”, apostilla.
No será fácil. La devaluación interna es un camino que han emprendido prácticamente casi todos los países periféricos de la zona euro. Solo en Italia, según Eurostat, están creciendo los costes laborales en los últimos años. En el resto (Irlanda, Grecia, Portugal y España), la tendencia es a la inversa, en mayor o menor medida.
Esta subasta a la baja entre socios puede acabar por alargar en el tiempo el proceso. Para García, España ya se encuentra cerca del final. “Debería acabar aproximadamente el año que viene”, explica. De acuerdo con las cifras de productividad agregada, España ha recuperado unos 13 puntos de los 18 que perdió.
Menos optimistas son en Fedea. En esta fundación, de corte liberal, se calcula que falta por recorrer la mitad del camino. “Creo que deben congelarse los salarios [lo que supone una bajada real] durante años”, expone Marcel Jansen. Este profesor de economía de la Universidad Autónoma habla del ejemplo de su país, Holanda, donde los sueldos estuvieron congelados durante casi toda la década de los noventa y donde la crisis golpea con menor la virulencia que en el sur de Europa. Él piensa que esto no va a acabar ni en un año ni en dos. Lo que para Jansen es necesario, para Luengo aboca a España a una “fractura social” y a un “círculo vicioso muy pesimista”.
Desde luego, el contenido del pacto salarial firmado por sindicatos y empresarios puede acabar recomendando la congelación hasta 2014. Y los convenios nuevos que se están firmando, no solo están dando como resultado subidas de sueldo mucho menores (0,69%) que los firmados en años anteriores (1,5%), sino que se están pactando por periodos de tiempo más largos de lo que se hacía hasta ahora.
En el punto en que sí hay coincidencia es en que la marcha de los precios y los márgenes empresariales amenaza con echar por tierra la devaluación salarial. Lo ha advertido el Banco de España, partidario de la medida. Y lo dice un detractor como Luengo: “Bajan los salarios, y los precios no, o no en igual medida”.
No está de acuerdo el Ministerio de Economía. No lo dice abiertamente, pero en su argumentación prefieren fijar su atención en el deflactor del PIB, un índice que mide todos los precios de una economía, excluidos los de las importaciones, y que lleva varios trimestres por debajo del 0,5%, según el INE. Un dato que contrasta con el 3,5% que marcó en noviembre el IPC, el índice que trata de medir la evolución de la cesta de la compra, empujado por el aumento del IVA el pasado septiembre.
Sea como sea, tampoco en este punto el contexto internacional ayuda. El IPC en la zona euro crece un 2,5%. Y es en economías que deberían tener un comportamiento inflacionario para poner de su parte en la reactivación económica donde menos crecen los precios. En Alemania apenas suben un 2,1%.
También estrecha el camino el gran peso de la deuda, tanto pública como privada. Quien pierde parte de su salario (o pierde su empleo), no ve cómo mengua lo que debe, lo que, en el mejor de los casos, acaba por traducirse en menos consumo.
En el caso de la deuda pública, su tamaño, camino del 90% del PIB, añade otro obstáculo. El menor consumo y la reducción de sueldos supone menos recaudación para las arcas públicas. En consonancia, menos recursos. En este punto, de nuevo aparece el contraejemplo de Letonia. Cuando en Riga empezaron a devaluar salarios, su deuda pública era del 10% del PIB.
Por motivos como este, el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, partidario del camino emprendido por España, advierte al analizar el caso báltico: “Ciertamente, los ajustes que tienen que hacer muchos de estos países [los de sur, entre ellos España] son más que pequeños que los de Letonia. Pero sus economías son menos flexibles y abiertas. Ellos tienen menos ganancias potenciales de productividad [...] y su deuda pública es mucho más pesada. Así que estas lecciones no son fácilmente exportables. Y no debemos hacerlos la ilusión de que los ajustes en el sur serán fáciles e indoloros. En ese contexto, el argumento para el pacto social, y una implantación más rápida de los ajustes de salarios y precios [...], es muy fuerte”.
COMENTARIOS DE LA NOTICIA
FUENTE: http://economia.elpais.com/economia/2012/11/23/actualidad/1353706095_322408.html
La llamada devaluación interna avanza con cada dato sobre salarios, convenios, PIB o IPC. Mientras los precios crecen a un ritmo anual del 3,5%, los sueldos suben un 1,4%. Y lo más probable es que este último dato se quede corto, ya que solo contempla la negociación colectiva habida hasta el momento en 2012, muy retrasada. Hasta ahora, solo 4,8 millones de trabajadores están amparados por un pacto firmado este año; el resto de asalariados con convenio, de acuerdo con la ley, tiene sus sueldos congelados. Además, tampoco se contemplan en la estadística los más de 400 acuerdos firmados entre empresarios y representantes de los trabajadores de los que tiene constancia el Ministerio de Empleo —la comunicación a la autoridad laboral no es obligada en los acuerdos de empresa, como apunta Toni Ferrer, secretario de Acción Sindical de UGT—, para no acatar las condiciones pactadas en los convenios de ámbito superior (sectores estatales o provinciales).
A pesar de estas lagunas, es probable que la tendencia que apuntan los datos se agudice. Esto podrá comprobarse a mitad de diciembre, cuando se conozca la nueva estadística trimestral de coste laboral. En la última edición, la del segundo trimestre, el coste salarial se había congelado en 1.979 euros al mes, lo mismo que el año anterior. Y eso teniendo en cuenta que en este estudio no se analiza el comportamiento de los sueldos públicos, que desde 2010 han perdido en torno a un 20% de su poder adquisitivo.
Con todos estos números sobre la mesa, puede pronosticarse que en los próximos trimestres el menguante peso de los salarios en la riqueza nacional, ahora en el 45,6% un mínimo histórico, todavía será menor.
“Detrás está la reforma laboral”, sentencia contundente Ángel Laborda. La opinión del director del panel de coyuntura de Funcas es unánime entre los economistas, procedan de la corriente que procedan. Piensa así Fernando Luengo, profesor de la Universidad Complutense, muy crítico con la devaluación interna y sus consecuencias (perdida de poder adquisitivo de los asalariados, caída del consumo...). Lo mismo opina Miguel Ángel García, jefe del gabinete económico de CC OO, partidario de la moderación salarial si va acompañada de la contención de los márgenes empresariales y del ajuste de los precios regulados (energía, combustible, tasas, transporte público...). Y también lo cree Marcel Jansen, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), defensor de este proceso como única vía para la recuperación económica.
Jansen añade otra causa: el acuerdo firmado por UGT, CC OO y CEOE a comienzos de año. Y para ello llama la atención sobre un dato que tiene un comportamiento contrario al normal: hasta octubre los convenios firmados en empresas registran subidas salariales (1,5%) mayores que los firmados en los sectores (1,2%).
Luengo, además, apunta otra forma de ajuste que se está dando. “En menos tiempo y con menos recursos se están haciendo más tareas”, denuncia el menos ortodoxo de los economistas consultados para este reportaje, apoyándose en sus investigaciones sobre la industria de los bienes de equipo. Dicho de otra forma, se trabaja más por el mismo sueldo o menos, con lo que se aumenta la productividad.
La historia que acaba por poner en marcha la devaluación salarial —y casi por hacerla inevitable— es conocida. Durante los años de crecimiento, especialmente desde la entrada en el euro, España pierde mucha competitividad. Tanta que en 2007 y 2008 el déficit por cuenta corriente se sitúa en torno a los 100.000 millones, (10% del PIB). Solo Estados Unidos, entre los países desarrollados, presentaba un boquete de una magnitud similar.
Para llegar a este desequilibrio fue necesario que las empresas españolas perdieran mucha productividad. ¿Cuánta? La cifra depende de qué variable se utilice y durante qué periodo. Si se utiliza la productividad (el cociente entre la producción y los recursos obtenidos para ello), la pérdida de toda la economía fue de unos 18 puntos respecto a la eurozona desde 1993. Si se emplean los costes laborales de las manufacturas (un índice que mide lo que cuesta producir lo que se exporta), la pérdida sería de 20 puntos desde que arrancó el euro.
Cerrar esa brecha es lo que pretendía el Ejecutivo cuando puso en marcha la última reforma laboral, argumentan en el Ministerio de Economía. También entraba en sus planes acelerar el proceso al prometer una rebaja de dos puntos de las cotizaciones sociales (al fin y al cabo, coste laboral), pero la maltrecha situación de las cuentas de la Seguridad Social ha llevado finalmente al Ejecutivo a renunciar a esta alternativa.
Al no disponer de la herramienta de la política monetaria —la devaluación de la divisa ha sido el mecanismo tradicional—, los Gobiernos de la zona euro han de recurrir a una de las pocas alternativas que se abren, la devaluación interna: bajada real de salarios para bajar precios y, al final de la cadena, vender y exportar más para que el sector exterior tire de la economía.
En realidad, la brecha ya había comenzado a cerrarse desde 2008. Aunque lo hacía —y todavía lo hace— de la peor forma posible: la destrucción de empleo. Al fin y al cabo, hay dos formas de reducir la masa salarial: reduciendo sueldos o despidiendo. O una tercera: las dos al mismo tiempo. Esta vía se abrió en febrero, con la reforma laboral. Desde entonces, el número de empresas que combina despidos y reducción de sueldos aumenta. Según un estudio efectuado entre 300 compañías por Adecco y Sagardoy, un bufete laboralista vinculado habitualmente a las grandes firmas, casi un 40% ha combinado sendas medidas.
“Sí que está pasando”, confirma Luis Zumalacárregui, un abogado laboralista que cuenta entre sus clientes a empresarios y trabajadores. “Además, cuando lo hace una compañía de un sector, el resto tiene que hacerlo si quiere competir en igualdad de condiciones”, añade.
La combinación de reducción de salarios y destrucción de empleo incrementa los riesgos que implica por sí misma toda devaluación salarial: la caída excesiva del consumo interno y mayor dificultad de los afectados para hacer frente a las deudas contraídas. España afronta, en este momento, ambos peligros, y lo hace en un contexto internacional muy desfavorable. Durante toda la crisis, el sector exterior ha tenido un buen comportamiento. En 2012 incluso es probable que la balanza comercial de bienes y servicios tenga un saldo favorable por primera vez en años. Pero el enfriamiento constante de la economía europea resta potencial de crecimiento a un motor que debería sustituir en gran medida al consumo interno para que el empleo comience a levantar cabeza.
Como apunta Miguel Ángel García, de CC OO, España tiene todavía un sector exterior muy pequeño para que los beneficios de la devaluación interna tengan un resultado inmediato. En la actualidad, se exporta poco más del 32% del PIB. En Letonia, un país que puso en marcha con éxito esta opción al comienzo de la crisis, este porcentaje se eleva al 50%. Llegar a la porción del país báltico es uno de los retos que señala el sindicalista, pero “sin atajos buscando tejido productivo con valor añadido”, apostilla.
No será fácil. La devaluación interna es un camino que han emprendido prácticamente casi todos los países periféricos de la zona euro. Solo en Italia, según Eurostat, están creciendo los costes laborales en los últimos años. En el resto (Irlanda, Grecia, Portugal y España), la tendencia es a la inversa, en mayor o menor medida.
Esta subasta a la baja entre socios puede acabar por alargar en el tiempo el proceso. Para García, España ya se encuentra cerca del final. “Debería acabar aproximadamente el año que viene”, explica. De acuerdo con las cifras de productividad agregada, España ha recuperado unos 13 puntos de los 18 que perdió.
Menos optimistas son en Fedea. En esta fundación, de corte liberal, se calcula que falta por recorrer la mitad del camino. “Creo que deben congelarse los salarios [lo que supone una bajada real] durante años”, expone Marcel Jansen. Este profesor de economía de la Universidad Autónoma habla del ejemplo de su país, Holanda, donde los sueldos estuvieron congelados durante casi toda la década de los noventa y donde la crisis golpea con menor la virulencia que en el sur de Europa. Él piensa que esto no va a acabar ni en un año ni en dos. Lo que para Jansen es necesario, para Luengo aboca a España a una “fractura social” y a un “círculo vicioso muy pesimista”.
Desde luego, el contenido del pacto salarial firmado por sindicatos y empresarios puede acabar recomendando la congelación hasta 2014. Y los convenios nuevos que se están firmando, no solo están dando como resultado subidas de sueldo mucho menores (0,69%) que los firmados en años anteriores (1,5%), sino que se están pactando por periodos de tiempo más largos de lo que se hacía hasta ahora.
En el punto en que sí hay coincidencia es en que la marcha de los precios y los márgenes empresariales amenaza con echar por tierra la devaluación salarial. Lo ha advertido el Banco de España, partidario de la medida. Y lo dice un detractor como Luengo: “Bajan los salarios, y los precios no, o no en igual medida”.
No está de acuerdo el Ministerio de Economía. No lo dice abiertamente, pero en su argumentación prefieren fijar su atención en el deflactor del PIB, un índice que mide todos los precios de una economía, excluidos los de las importaciones, y que lleva varios trimestres por debajo del 0,5%, según el INE. Un dato que contrasta con el 3,5% que marcó en noviembre el IPC, el índice que trata de medir la evolución de la cesta de la compra, empujado por el aumento del IVA el pasado septiembre.
Sea como sea, tampoco en este punto el contexto internacional ayuda. El IPC en la zona euro crece un 2,5%. Y es en economías que deberían tener un comportamiento inflacionario para poner de su parte en la reactivación económica donde menos crecen los precios. En Alemania apenas suben un 2,1%.
También estrecha el camino el gran peso de la deuda, tanto pública como privada. Quien pierde parte de su salario (o pierde su empleo), no ve cómo mengua lo que debe, lo que, en el mejor de los casos, acaba por traducirse en menos consumo.
En el caso de la deuda pública, su tamaño, camino del 90% del PIB, añade otro obstáculo. El menor consumo y la reducción de sueldos supone menos recaudación para las arcas públicas. En consonancia, menos recursos. En este punto, de nuevo aparece el contraejemplo de Letonia. Cuando en Riga empezaron a devaluar salarios, su deuda pública era del 10% del PIB.
Por motivos como este, el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, partidario del camino emprendido por España, advierte al analizar el caso báltico: “Ciertamente, los ajustes que tienen que hacer muchos de estos países [los de sur, entre ellos España] son más que pequeños que los de Letonia. Pero sus economías son menos flexibles y abiertas. Ellos tienen menos ganancias potenciales de productividad [...] y su deuda pública es mucho más pesada. Así que estas lecciones no son fácilmente exportables. Y no debemos hacerlos la ilusión de que los ajustes en el sur serán fáciles e indoloros. En ese contexto, el argumento para el pacto social, y una implantación más rápida de los ajustes de salarios y precios [...], es muy fuerte”.
COMENTARIOS DE LA NOTICIA
Pretender ser más competitivos a base de bajar sueldos es
tercermundista. No podemos ni queremos comparar nuestros sueldos y
condiciones laborales con China y demás países donde no se respetan los
derechos humanos al utilizar mano de obra infantil y casi esclava, y por
lo tanto hay que buscar la competitividad en otros lados: tecnología,
innovación y valor añadido. Eso es ser europeos. Y bajan los sueldos de
las clases trabajadoras, pero no los de los directivos, consejeros,
directores, subdirectores y demás, ni los beneficios de muchas empresas.
Se están agrandando las diferecnias sociales y salariales, es decir,
vamos hacia una sociedad más injusta y por tanto, hacia más
conflictividad social.
Cuando todos estemos en el paro o con sueldo ridículos seremos mega-super-productivos. Ved este vídeo: http://tinyurl.com/quienhizo11s
Señores del gobierno: los trabajadores de Iberia estamos hartos de
palabras huecas y de mentiras.Sr. Catalá, en Iberia no se está llevando a
cabo un proceso de reestructuración, si no un desmantelamiento de una
compañía ESPAÑOLA en favor de una británica, donde el gobierno de España
tiene la mayoría como accionista a través de BANKIA que está
nacionalizada con el dinero de todos los ESPAÑOLES.Ministra Pastor: si
Ustedes no actúan, serán cómplices de una traición a los intereses
Españoles y de miles de familias que perderán sus puestos de trabajos
directos e indirectos.Un cordial saludo
Todo aumento productivo que emane de la reducción salarial, rebaja de
impuestos y recortes, es un aumento inducido y temporal no sostenible en
el tiempo, pues los mismo afectan la capacidad económica futura. Por
supuesto esto no vale para los gastos prescindibles (aquellos cuya
supresión no afecta directamente o indirectamente la economía). La
productividad solo mejora con la innovación y en parte con la inversión
(esta última no es tan segura).
. asi mintieron
Yo no he defendido nada, sólo me he intentado explicar de que hablaba
el artículo. A mí no me parece bien que por exactamente el mismo trabajo
en la zona Euro (por ejemplo) se pueda llegar a cobrar el doble o la
mitad, evidentemente es un asunto de entorno económico, pero no sólo
eso, un ejemplo muy llamativo es lo que cobran los miembros de los
diferentes cuerpos de policía en España. Estoy contigo en que el
trabajador no tiene porque ser el responsable de que su productividad
suba, la racionalización del trabajo, la demanda, la apuesta en I+D hay
muchísimos factores que no tienen que ver con la capacidad del
trabajador.
Tambien podrian meterse con todos los millones que deben los clubs de
futbol a hacienda y a la seguridad social. Esto ve que nadie lo critica.
Será verdad que el futbol mueve masas y aborrega a la gente?
Srs, Si se quitaran las duplicidades, como diputaciones, consejos
comarcales , cabildos delegaciones del gobierno, solo quedan las CCAA, y
un ministerio o secretaria para relaciones con las CCAA, son ya
demasiados, y así se podría mejor torear mejor la crisis y estaríamos
los obreros mas holgados para llegar a fin de mes, pero no el país de
Europa con el doble de políticos, los sueldos mas bajos casi de toda UE y
los impuestos casi los mas impositivos, pero el dinero para Bankia y
despedir mas obreros, como se come esto, así con estas primeras reglas
ya seriamos un Estado Federal sin hacer mas cambios, quitando políticos y
chiringuitos ( A Y EL SENADO SE ME OLVIDABA PARA QUE SIRVE.) SI PARA IR
A PARAR LOS ANTERIORES POLITICOS DESPUES DE UNAS ELECCIONES Y CAMUFLASE
A LLI.
Primero, por supuesto que existe una guerra de monedas. Segundo, por
supuesto que a Alemania la va su supervivencia (como lider en la
Eurozona) con el Euro. Tercero, como bien se apunta existen tres o
cuatro monedas en el juego, lamentablemente el mismo se maneja por la
más flexible y esta es el Yuan (parte de casi cero), entonces no hay
devaluación interna que resuelva el problema, es una vía muerta desde el
principio.
El euro, el dólar y el yuan son tres frentes de una misma guerra, que
Alemania libra a brazo partido. Como el resto de los países europeos,
Alemania tiene las manos atadas por el euro, y no puede devaluarlo de
forma unilateral para competir con el resto de las monedas. De modo que
la única forma de recuperar la competitividad y de ganar esta batalla es
imponiendo en toda Europa la misma devaluación interna que se
autoimpuso al principio de la década para asumir los costes de su
reunificación. Porque, forzar la ruptura del euro, por más que una buena
parte de la opinión pública alemana estaría de acuerdo, iría en contra
de los intereses de sus empresas, perderían mucho dinero con las nuevas
monedas nacionales, y el marco se apreciaría. Philipp Rösler, el
ministro de economía alemán ha llegado a decir que “el que especula con
la quiebra del euro, pone en peligro el bienestar alemán”.http://cort.as/2rfS
CUIDADO NOS MANDAN SUS PRODUCTOS Y SUS ENFERMEDADES: Voluntarios de
Greenpeace piden a Zara en Bilbao que elimine los tóxicos de su cadena
de producción La actividad se enmarca dentro de una campaña global para
lograr que el sector textil, "uno de los más contaminantes de todo el
mundo, deje de utilizar sustancias peligrosas para la salud y el medio
ambiente http://cort.as/2rSf Hay más marcas y por supuesto todas las de las tiendas chinas.
El problema es el comercio. Si compra articulos baratos , baratos le pagaran. LO BARATO SALE CARO. http://cort.as/2hdv
FUENTE: http://economia.elpais.com/economia/2012/11/23/actualidad/1353706095_322408.html
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